Apenas fue designado Fernández Vara candidato, e incluso elegido por el órgano correspondiente del partido, hizo fortuna la idea de que nada de lo que sucediera a partir de ese momento sería definitivo ni tendría total sentido hasta después de los congresos. A partir de esos mágicos instantes se comprobaría si tenía las manos libres para hacer su voluntad política y pudieran aparecer los hombres de Vara . Si esa fuera exclusivamente la cuestión no habría problemas pues a estas alturas no quedará un solo militante que no se proclame hombre de Vara . Sin embargo es él, Vara, quien ha de decir quiénes son sus hombres y ahí pueden surgir las desafecciones.

De momento ya puede haber recibido algún aviso, comenzando por su propio mentor si la protesta expresada a las puertas del congreso federal avisando de su desacuerdo con el nombramiento de bebés no solo, ni quizás principalmente, iba dirigida a Zapatero . Y no menos importante es el deseo expresado por algunos de los hombres fuertes del partido en el pasado de figurar en la ejecutiva, bien con su propia persona o mediante interpuestos, lo cual no debe extrañar pues nadie estará dispuesto a renunciar a la cuota de poder que ha mantenido durante mucho tiempo. De manera que se verá preso e hipotecado, dado que el funcionamiento de los partidos, y el PSOE en particular, no se cambia con voluntarismos ni buenas intenciones y el poder está en manos de quienes dominan las agrupaciones y por lo tanto proponen para cargos. Así pues, si decidiera cortar por lo sano podría encontrarse con que su ejecutiva tiene al lado, o incluso enfrente, a dos ejecutivas provinciales elegidas con otros criterios en las que los de siempre mantendrían el poder.

Vara se enfrenta a un dilema. Si, como incluso señaló Ibarra al proponerle, se trata del partido del futuro, parece lógico que se construya con mimbres nuevos. Sin embargo se puede dudar de que el partido pueda cohesionarse a su alrededor sin contar con quienes hasta ahora han demostrado sus poderes. De manera que acaso la prudencia recomiende que todo se reduzca a dar un pasito a la espera de mejores tiempos propiciados por un lento desprendimiento de los actuales hombres fuertes mientras se trabaja para la sustitución y aparecen en tales puestos decisivos los hombres de Vara . Esto permitiría permanecer a algunos, los más poderosos, cuya misión sería apoyarle con su persona y sus incondicionales hasta que llegue el tiempo del cambio sin retorno.

XCOMO ESx obvio, los nombramientos serán estudiados con lupa y, sean cuales sean la intención y los criterios utilizados por Vara, se sacarán consecuencias y se atribuirá poder a determinadas personas. De manera que esos nombres no solo serán importantes por quienes son sino por lo que representarán en el imaginario del militante y del personal en general. Porque lo que se espera es una renovación y una demostración de su poder, de su autoridad y de su potestad. Poder tiene. Autoridad se le supone. ¿Y potestad?

Una vez superados los congresos vendría la hora de los ceses y nombramientos que ilustrarían la demostración de hasta dónde llega su libertad de decisión. El actual Consejo de Gobierno fue considerado como "de gestión", con poca capacidad política, (como si aquí hubiera existido algún consejo de gobierno o algún consejero con capacidad de hacer otra política que no fuera seguidista del presidente o hubiera tenido peso político por sí solo), y ahora sería el momento de hacer balance y llevar a cabo los cambios necesarios. Unos cambios que muchos dudan que se basen en los resultados de su gestión, pues si en algunos casos no fueron los méritos ni la capacidad ni la preparación quienes recomendaron el nombramiento, se puede dudar de que sean cesados en nombre del fracaso.

Vara cuenta con gran aval que a la vez le muestra un camino. La actitud y las decisiones de Zapatero en el reciente congreso federal. El no es Zapatero, está claro, y por lo tanto la cuestión está en saber si tiene los mismos propósitos, la misma potestad y la misma contestación.

*Profesor.