TAthora que durante el mes de julio se están celebrando, brillantemente, los diferentes congresos del PSOE, no cometamos la tropelía de confundir, por ejemplo, la actuación del partido: voz crítica e impulsora a la vez que defensora del programa electoral, con la responsabilidad del Gobierno, cuya misión fundamental tendrá que ser "conformar una España plural y solidaria", la tierra de los ciudadanos. Evoquemos, si procede, la nostalgia de Txiqui Benegas, cuando recordaba aquellos congresos de finales de los 70 y comienzos de los 80. Eran épocas de enfrentamientos muy fuertes pero dentro de una "cultura" de partido. Una vez terminado el congreso la variada militancia procuraba que el complejo organigrama funcionase con bastante coherencia, unidad y disparidad, siempre dentro de un mismo proyecto político.

Volviendo al presente y proyectando el futuro, nos encontramos, como muy bien recordaba Pepe Blanco, con un PSOE que "pasa" de ismos, pero que por la misma razón va a reconocer los derechos (y deberes) de las minorías. De esta forma justificamos aclamaciones y respaldos supramayoritarios. Es época de alegrías y complacencias. Es, también, tiempo de trabajo y serenidad. Es, por consiguiente, el momento socialista.

*Doctor en Historia