TSti la Constitución fuera un ser humano, se estaría acercando a esa edad en la que ya no valen las tonterías. Con 28 años y camino de los 30, la juventud ya no es una coartada y llega el momento de estar a la altura de las expectativas. Incluso de superarlas. Ahora que concedemos a la Constitución tanta importancia para la convivencia, conviene recordar que en el referendo de 1978 se abstuvo el 32,89% del censo. Es decir, un tercio de los españoles no se sintieron concernidos o decidieron no acudir a las urnas para mostrar su desconfianza. Entre ellos, algunos de sus más fervientes defensores actuales. Conviene recordarlo ahora, cuando el paso del tiempo aconseja retocar parte de la norma para adaptarla a la madurez de nuestra democracia.

El miércoles, en la conmemoración de su 28º aniversario, todo el mundo habló de consenso. Lo pidió el presidente del Congreso, Manuel Marín , para acabar con el terrorismo; recogió el guante Zapatero , que reclamó a todos arrimar el hombro para conseguir la paz, y se mostró dispuesto a escuchar las reformas constitucionales que propone Rajoy . Y por último el líder de la oposición reclamó el consenso nada más y nada menos que para el modelo de Estado, la historia de España y el terrorismo. ¿Diálogo de sordos ¿Puesta en escena en día de fiesta mientras llega la ocasión de verse de nuevo las caras en la próxima sesión de control al Ejecutivo porque todos queremos creer que estos señores a quienes votamos y que nos representan hablan en serio. De momento, la vicepresidenta De la Vega abrirá ronda de consultas sobre las cuatro reformas de la Constitución que el PSOE llevaba en su programa electoral, y mirará con atención, dijo, las propuestas del PP. No parece fácil que esta legislatura bronca y destemplada cambie de rumbo en su tramo final, con dos convocatorias electorales en el horizonte, en las que tanto se juegan todos. A veces se diría que los años pasan para la Constitución, la democracia y los españoles, pero no para nuestros políticos, instalados en una eterna adolescencia en la que se permite jugar, incluso, con las cosas de comer.

*Periodista