El tren, el presunto entreguismo a los independentistas catalanes, y ahora la central nuclear de Almaraz. Monago no le está poniendo barata la tarea a Fernández Vara, en una campaña electoral ya abiertamente declarada en la que para sorpresa nuestra al menos, en la reciente convención nacional del PP se pidió ya directamente el voto, sin más, sin esperar calendario y con el episodio bochornoso del padre de Mari Luz Cortés mencionando al pobre niño de Totalán.

Este jueves unos centenares de personas, animados entre otros por el PP, se concentraron en Navalmoral a favor de la continuidad de la central nuclear, la principal industria en PIB de la región, pendiente, como otras instalaciones similares, de una planificación energética nacional con amplios apoyos que nunca llega.

Monago está agitando el fantasma de que esa fábrica de electricidad se cierra, y las empresas propietarias alargan los plazos para pedir una licencia de prórroga de actividad ante la indefinición de un Gobierno central, y un cisma generalizado entre los partidos políticos que augura cualquier cosa menos las debidas: organizar el futuro energético, ordenar la transición a energías renovables, y dar en este caso alternativas a comarcas nuclearizadas como la del Campo Arañuelo.

Se tiene constancia de que en las campañas electorales autonómicas la influencia de la política nacional es muy grande. Fernández Vara perdió en 2011 en gran medida por el efecto negativo de un Zapatero que acababa de claudicar sin grandes explicaciones a los requerimientos de Bruselas, y en esta ocasión tampoco parece que vaya a recibir grandes ayudas de un Pedro Sánchez que tuvo que ponerse al frente, vía moción de censura, en una situación de emergencia y que ve, mientras se le mantiene un esquizofrénico frente catalán, cómo se le desmorona la columna de la izquierda sobre la que apenas se mantiene Pablo Iglesias en posición cada vez más precaria.

Así que aunque los líderes políticos extremeños no pierden de vista la necesidad de pronunciarse sobre lo que se mueve en el tablero nacional, no pueden escaparse de piedras de toque más cercanas como es la evolución del servicio ferroviario, o el futuro de la comarca de Navalmoral-Almaraz.

Nada hace pensar, sin embargo, en que realmente el actual Gobierno, ni ningún otro, vayan a plantear un cierre cercano de la instalación nuclear cacereña. Una cosa son los deseos y otras las realidades, la demanda eléctrica y el futuro de una factoría que acaba de inaugurar un almacén de residuos de combustible. De los cuatro partidos presentes en el Parlamento regional los tres principales (atendiendo a las encuestas actuales), Ciudadanos ni PP apuestan por el cierre y PSOE habla de alternativas sociolaborales antes de tomar una decisión; Podemos sería el único a favor de la clausura nuclear aunque esta semana, al hilo de la concentración de Navalmoral, ha pedido también alternativas para la comarca.

Vara no se mueve un milímetro de su posición institucional y conciliadora, y lanza una propuesta a Monago para ir juntos en el empeño de evitar un cierre traumático, el mismo plano en el que se maneja en el tema del ferrocarril y en el cual Ciudadanos ha acertado no dejándose arrastrar por el electoralismo, y se mantiene en el Pacto Ferroviario.

Si el presidente de la Junta no puede esperar muchas ayudas desde Madrid, tampoco parece que Monago las vaya a recibir de un Casado en hiperventilación que lo mismo que sale corriendo a la puerta del Sol para agitar la bandera venezolana -¿no se acuerda del patinazo de Aznar en 2002 prestando ayuda a un golpe de Estado contra Chávez que duró dos días?-, que aplaude la mención de Juan José Cortés al niño Julen en la convención del PP, o afirma que PSOE y Podemos están fuera de la Constitución.

Líder de un partido que se parte la lengua criticando a Sánchez por el tema catalán, pero no tiene problemas para votar en el Parlament de Barcelona junto a PdCat y ERC a fin de evitar subir el IRPF o el tributo de sucesiones y donaciones a los más pudientes.