TEtn menos de dos meses los españoles tenemos una nueva cita con las urnas: seremos el primer estado europeo que se pronuncie en referéndum sobre la aceptación de la Constitución europea.

Posiblemente, la inmensa mayoría de los ciudadanos se sientan en gran medida ajenos a lo que el 20 de febrero nos vamos a jugar y tal vez no estén decididos a colaborar en el proceso. Sin embargo, es necesario que todos hagamos un esfuerzo de comprensión sobre la trascendencia del momento, tanto por lo pioneros que vamos a ser en la toma de decisiones --con lo que ello tiene de ejemplificación para los demás-- como por el contenido del texto que se nos ofrece a consulta y aceptación.

Los españoles debemos comprender la responsabilidad moral y política que tenemos, sea cual sea la decisión de cada uno. La responsabilidad en cuanto al ejemplo de implicación en la asunción de compromisos ciudadanos, acudiendo a las urnas, pero, sobre todo, decidiendo sobre nuestra aceptación o no de los valores y objetivos de la Unión.

Explícitamente, la Constitución habla de promover la paz y el bienestar de los pueblos; el progreso científico y técnico, y el desarrollo sostenible, al tiempo que se compromete a combatir la marginación social y la discriminación. Asimismo, enuncia los valores de respeto a la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y los derechos humanos, resaltando el pluralismo, la tolerancia, la justicia y la solidaridad, yendo en mucho de ello más allá que algunas constituciones nacionales actuales.

Todo ello es no sólo suficiente sino acicate para implicarse entusiasmadamente en el proceso. Y que demos un ejemplo de debate y, en su momento, de activa participación.

*Historiador y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Badajoz