TCtada día asistimos a un paso de nuestra historia; la escribimos constantemente. Los habitantes de Talayuela están escribiendo la suya. Talayuela no volverá a ser la misma, como no lo volverá a ser Cáceres, Alcántara, Cudillero, Guadalajara o Barcelona. No serán las mismas poblaciones que fueron hace 10, 150, o 500 años. ¿Por qué? Porque todo cambia, la sociedad está en constante movimiento, como signo de su vitalidad.

En Talayuela hace una década empezaron a asentarse gentes de otros países y eso ya nada ni nadie lo puede cambiar. Y esas gentes venían de escribir su historia en sus pueblos de origen, con los posos de su cultura, de sus costumbres, de su religión. Tampoco ellos son los mismos que cuando partieron de viaje.

Las razones de las migraciones son tan dispares como las personas que migran. Pero sí hay una constante: es una aventura con riesgos y difícil. También es difícil la tarea de quienes acogen. El futuro que narremos dependerá del presente que construyamos. Si las abuelas futuras cuentan la historia del desencuentro entre culturas estarán contando el fracaso de toda una sociedad. Todos y todas somos lo que somos porque un día fueron lo que fueron, la mezcla, el legado. Gracias a nuestros antepasados tenemos patrimonio histórico, patrimonio cultural y patrimonio humano.

La tarea de la interculturalidad no es de hoy para mañana, pero hay que empezar a dar pasitos. Hoy será permitir que los musulmanes tengan sus lugares de culto, como los tienen otras religiones, y el momento de que los que llegan aprendan la lengua autóctona que les permita contarnos su odisea y sus necesidades. Si la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura concedió el Premio Tolerancia al Instituto y al Colegio de Talayuela, no fue el reconocimiento a una labor consumada, sino una inyección de aliento a la tarea pendiente.

Convidamos a la tolerancia y al respeto. No importa si se reza ni a quién. Si todas las mañanas nos levantamos a trabajar, tenemos la necesidad de comer, lloramos a nuestros muertos, somos capaces de amar y las heridas del rencor nos duelen de igual forma.

*Presidenta de la Asociación de

Derechos Humanos de Extremadura