Los dos partidos que han alcanzado un preacuerdo para gobernar, el PSOE y Unidas Podemos (UP), han iniciado este fin de semana la consulta a la militancia para comprobar si apoya o no el acuerdo. También uno de los partidos cuya abstención es decisiva para que salga adelante la investidura de Pedro Sánchez, ERC, va a consultar a sus bases el lunes. En principio, todas estas consultas a los militantes son positivas por lo que representan de democracia interna en unos partidos en los que las cúpulas tienen un poder en muchas ocasiones excesivo. Sin embargo, sería una ingenuidad creer que la opinión de las bases es siempre determinante y que se las consulta solo para cumplir con un ejercicio democrático.

En muchas ocasiones, la consulta a las bases tiene más de presión a terceros, o de blindaje ante las críticas de estos, que de democracia interna. No hay más que recordar todo el peculiar empate producido en el interior de la CUP cuando se planteó el dilema de investir a Artur Mas o mandarlo a la «papelera de la historia», que, en palabras de un dirigente del partido antisistema, es al final lo que ocurrió. Otro ejemplo es la pregunta con dos alternativas que la dirección de UP sometió a la militancia el pasado mes de julio, antes de la primera investidura de Sánchez, y en la que era meridianamente claro que la cúpula del partido prefería la opción del Gobierno de coalición, que fue lo que se impuso por amplia mayoría. No es raro que la consulta se convierta en un simple trámite para justificar los deseos de la dirección de los partidos.

Las actuales consultas del PSOE y de UP no presentan incertidumbre ninguna sobre si ganará el apoyo al preacuerdo. Más complicada es la votación en ERC. Sin embargo, la pregunta es tan ambigua y de contenido tan abierto a distintos niveles de exigencia --se inquiere a la militancia si está de acuerdo en rechazar la investidura de Sánchez en el caso de que no se constituya una mesa de negociación para «abordar el conflicto político con el Estado»-- que, en realidad, después del triunfo cantado del sí, la decisión final quedará en manos de la dirección del partido y dependerá de otros factores, además de las concesiones que pueda llegar a hacer el PSOE ante el vértigo de quedar encallado en un no republicano. También de si ERC se ve con fuerza de adoptar una decisión autónoma, no condicionada (y aquí es donde el refrendo de las bases contará como argumento) por las presiones en contra de la investidura por parte de Puigdemont y JxCat.