A Hosni Mubarak lo derrocó en Egipto una protesta popular, pero lo dejaron caer los suyos, los mismos que nunca se fueron del poder desde los tiempos de Gamal Abdel Nasser . Su puesta en libertad ahora por la justicia podría indicar la existencia de luchas internas en la cúpula del país, pero en todo caso certifica el poder absoluto del estamento militar.

Ante su poderío, que demuestra con la represión sangrante (más de 900 muertos en solo una semana), la difusión de historias fantasiosas como la supuesta venta de trozos de Egipto que quiso realizar el depuesto presidente Mohamed Morsi o la consideración de todos los miembros de los Hermanos Musulmanes como terroristas, la Unión Europea poco puede hacer más allá de demostrar la voluntad de querer hacer algo.

Los ministros de Exteriores, reunidos ayer en Bruselas, acordaron suspender la concesión de licencias para la exportación a Egipto de equipamiento que pueda ser usado para la represión interna. Suena bien, pero ¿quién y cómo se decide qué se usa para reprimir? Corresponde, además, a los países a título individual secundar este acuerdo, porque la UE como tal no vende armas.

Quien las vende, por ejemplo, es el Reino Unido, que ha anunciado la suspensión de algún tipo de armamento. Alemania, Francia y España ¿lo harán? Hay que esperar que sí, pero a Egipto no le faltarán fondos para adquirir pertrechos: le están ayudando Arabia Saudí y varios países del Golfo, que ni tienen crisis ni deben rendir cuentas a nadie.

El caso de Egipto pone a Europa frente a otras contradicciones. El apoyo a la sociedad civil y el miedo a perder su posición como fuerza con la que contar en el diálogo recorta su capacidad de actuación. Pero estos temores no pueden acallar la condena de un golpe o de una violencia extrema como la desatada en El Cairo y otras ciudades. Europa no debe escoger entre uno u otro bando. Lo que debe hacer es manifestarse y actuar a favor de un orden democrático. Al mismo tiempo, desde Bruselas hace falta una política más clara no ya sobre Egipto sino sobre toda la zona, cuando todo parece que están por venir mayores complicaciones. El nuevo ataque con armas químicas en Siria, las continuas explosiones con muertos en Irak o los problemas derivados del éxodo sirio aumentan una inestabilidad que requiere una política de conjunto de la que la UE carece.