XExn un siglo en que se habla de globalización, de mestizaje social y cultural, de unidad europea, de alianza de civilizaciones, de la necesidad de conocer dos o más lenguas extranjeras, no puede por menos que llamar la atención la glorificación de la ignorancia que los comentaristas, locutores o como se llamen, de TVE, exhiben, inverecundos y atrevidos, durante la retransmisión del Tour de Francia.

Las primeras etapas discurrieron por el Valle del Loira, terreno llano, sin emoción aparente para una carrera basada en las grandes gestas alpinas y pirenaicas. Para evitar el abandono de los espectadores y, de paso, hacer promoción de sus bellezas, que es otro de los atractivos del Tour, la televisión francesa se dedicó a mostrar desde sus helicópteros algunos de los castillos más representativos de esa región, que es famosa en todo el mundo por ellos. Nuestros comentaristas, después de ¿diez años?, retransmitiendo el Tour, demostraron su incapacidad para comentar nada que no fuera el pedaleo de los ciclistas o las tácticas de equipo. Como se pudo deducir de algunas de sus intervenciones, la organización francesa les había dado documentación para leer mientras retransmitían esas imágenes, pero ese debe de ser un trabajo arduo y espinoso para estos personajes. ¡Leer!

Así, ante el castillo de Azay-le-Rideau (pronunciado tal cual se haría en español, aunque, eso sí, parece que dijeron cható ), uno de ellos dijo "¿Y es público? ¿Se puede dormir en él?". Ante la respuesta negativa de su colega, comentó: "Entonces, ¿para qué narices nos lo enseñan?", entre las risas de los tres.

Luego vino Chambord, la joya del Loira, pero no debieron encontrar la página. Cuando apareció Gien, ciudad fortificada, clave en la guerra de los Cien Años y en la consagración de una figura como Juana de Arco , forzado ya por su compañero ("¿venga, vas a leer algo o no?"), el de las narices antes mencionadas nos dijo que fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial y luego reconstruida. Se quedó tan pancho, creo, aunque supongo que fatigado por el esfuerzo.

Días después, cuando el Tour entró en Alemania, el singular Perico Delgado , quizá envalentonado por las estupideces de su colega, se tomó a risa su propia incapacidad para leer las indicaciones de tráfico que, en ese momento, anunciaban ¡Kalruhe y Baden! ("anda, léelo tú, a ver si puedes", decía entre risotadas). Aquello parecía una conversación de borrachos y Carlos de Andrés intentó poner un punto de seriedad, pero se contagió: "Baden-Baden es una ciudad preciosa" y, ya entre risas, "según me han dicho, porque yo nunca he estado allí".

Ostresbens era la pronunciación del señor De Andrés de Aux-3-Bains, la meta de una etapa pirenaica. Diez años retransmitiendo el Tour y aún no sabe decir el número tres en francés. Glorioso. Claro que tampoco se ha fijado en que hasta los cómicos, cuando intentan imitar a un francés, pronuncian todas las palabras agudas. ¿Por qué será?. ¿No podría preguntarle a un colega galo cómo se pronuncia alguna palabreja y hacerse su chuletilla? Porque está hablando para toda España...

Aunque casi me conformaría con que llegara alguna vez a cambiar ese tonillo de locutora del Corte Inglés con que termina, esdrújulas, todas sus frases. ¡Es como un mantra! A Perico se le nota a sus anchas cuando habla de platos, estrategias y fatigas de los corredores. Si se callara en otros momentos, sería casi perfecto. Digo casi porque, a pesar de su condición de castellano, quizá influido por el carácter rápido de la prueba, no ha habido manera humana de hacerle decir contrarreloj . Contral-ló o, más rápido aún, contraló, es lo máximo que llega a pronunciar. Ya te digo...

*Profesor