El agotamiento del plazo previsto por la reforma laboral para el fin de la prórroga forzosa de los convenios colectivos cuando no hay acuerdo para su renovación no ha dado el resultado previsto. Al contrario, cumplido el año preceptivo, la negociación colectiva ha demostrado ser el instrumento indispensable para establecer las condiciones sociales y económicas de los trabajadores en las empresas. La patronal CEOE lo ha entendido y en la inmensa mayoría de los casos ha fomentado el entendimiento y ha llamado a la flexibilidad entre sus asociados. Esa es la razón por la que el tan temido fin de la llamada ultractividad no haya resultado, de momento, tan conflictivo como se temía.

La aplicación estricta de la reforma laboral deja la puerta abierta a que las empresas se cierren en banda y provoquen la desaparición del convenio hasta entonces vigente a favor de la legislación básica, sea sectorial o el puro Estatuto de los Trabajadores. Eso supondría el empeoramiento de las condiciones laborales, y la respuesta sindical habría sido la judicialización caso por caso, un terreno que los abogados de las empresas prefieren evitar. No está claro que por el camino del fin de la ultractividad se puedan modificar legalmente las condiciones fijadas en un contrato laboral. Sin embargo, los cinco años de recesión sí han puesto de manifiesto que la negociación ha permitido a las empresas reducir sus costes laborales manteniendo el mismo convenio colectivo con sus empleados.