XLxeo, con cierta sorpresa, la pagina de Sociedad de EL PERIODICO EXTREMADURA, que nos informa de que, según una encuesta a 141 personalidades asistentes a una reunión sobre el Estudio sobre la evolución del Sistema Sanitario Español , el 87% de los políticos de sanidad apoyan el copago , que es la participación del usuario en el coste de los servicios sanitarios. El resultado de la encuesta seguro que de nuevo traerá polémica. En algunas ocasiones hemos comentado sobre el copago , asunto nada novedoso que desde el año 1991 había sido propuesto en el informe sobre el Sistema Nacional de Salud (SNS) que elaboró la Comisión Abril y que nunca se llevó a la práctica en su totalidad. Dejémoslo patente y no nos engañemos: existe copago, desde siempre, en las recetas de los trabajadores en activo (recetas verdes para entendernos). Y existe un copago encubierto : el que supone el recargo sobre los carburantes, llamado el céntimo sanitario. Es un copago injusto. No digamos ya si se extiende al consumo eléctrico. ¿Y por qué no a productos alimenticios nocivos?

Algunas comunidades, como Asturias, Cataluña, Madrid y Galicia, han hecho uso del recargo; y otras lo tienen en proyecto. Observamos que no hay signo político concreto, y es más, tras el cambio de gobierno en algún caso no ha supuesto su retirada.

Cuando se habla de este asunto surge la polémica, pero la realidad es que nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS), hoy dividido en diecisiete servicios, uno por cada comunidad autónoma, está en crisis . Los gastos crecen --lógico, cuando más se hace en sanidad--; los ingresos no aumentan al mismo ritmo y el déficit es evidente. Al margen de impuestos directos o indirectos para la financiación de cualquier servicio, se plantea la cuestión del copago con el fin de conseguir más recursos económicos y ayudar a la sostenibilidad del propio sistema de salud.

Hoy hablamos del euro sanitario, hace unos años se hablaba de cien pesetas en el ticket moderador. Como vemos un 67% más, como en casi todo desde la implantación del euro.

El polémico copago tiene tantos detractores como apoyos. Entre los argumentos de los primeros están los que consideran que rompe la universalidad y gratuidad que imperan por ley, y además conlleva perjuicios para la salud de los ciudadanos con menor poder; que su implantación tiene más costes que ingresos.

Sus defensores lo consideran por la necesidad de conseguir más recursos y a su vez una forma de moderar el gasto. Creen, asimismo, que es posible salvaguardar la equidad estableciendo la posibilidad de excluir del pago a ciudadanos que se encuentren en determinadas situaciones de excepcionalidad. Incluso de lo injusto del actual sistema de copago en farmacia o algunas mutualidades como Muface, Isfas, etcétera.

Ahora que estamos integrados en Europa con todas sus consecuencias, se hace necesario conocer qué pasa en el resto de países de nuestro entorno con sistemas sanitarios similares y basados en el estado del bienestar, caso de Alemania, Francia, Italia, Reino Unido e incluso en Portugal, donde con las particularidades propias, existe copago en farmacia, consultas, analíticas o ingresos hospitalarios. Todo ello viene a incrementar el porcentaje sanitario sobre el PIB de estos países, aunque no sea una opinión unánime de los economistas en materia de salud.

Cuando trasladamos la cuestión del plano técnico al político, vemos como los ministerios encargados de la hacienda pública muestran su apoyo cuando están en acción de gobierno y la critican cuando están en la oposición y lo mismo se puede decir de los responsables en las diversas autonomías. No digamos de la oposición de colegios profesionales y sindicatos. Pero curiosamente si preguntamos a los profesionales que desarrollan su labor diaria consideran en una gran mayoría el copago como una medida necesaria.

La cuestión queda en el aire y en septiembre pasado hemos leído y oído opiniones para todos los gustos, con un acuerdo de financiación sanitaria que no soluciona el déficit de las distintas comunidad, que han gastado a capricho, pensando que papá Estado les solucionaría sus problemas, sin acordarse, por aquello de la corresponsabilidad fiscal, de lo que nuestro insigne don Francisco de Quevedo dijo cuando le preguntaron en vida si quería música en su entierro dijo: "la música páguela quien la oyere". ¿Quién le pondrá el cascabel al gato?

*Médico