TAt pesar de que la ministra de Sanidad lo niegue, el copago va a ser una realidad, por la razón elemental de que el gasto sanitario es insostenible. En eso están de acuerdo el Gobierno, la oposición e incluso los médicos que contemplan el problema día a día. Otra cosa es si afectará o no a los pensionistas, o si quedarán exentos los que se encuentren en el paro y otras casuísticas, pero la aprobación de abonar una pequeña cantidad por el acto médico o sanitario resulta ya inaplazable.

Y no por lo que se vaya a recaudar, que lo que se recaude para lo único que servirá será para abonar los servicios burocráticos de cajeros y contables, sino por lo que se ahorrará en inhibiciones hospitalarias. Está demostrado en todos los países en los que se ha impuesto que exigir de tres a cinco euros por la visita al médico ejerce un poderoso influjo positivo en la salud de la población, de tal manera que, al día siguiente, la cuarta parte de los que iban al médico han sanado milagrosamente, es decir, no acuden a la consulta.

El uso de los servicios médicos y hospitalarios se transforma en abuso, y eso lo saben muy bien los profesionales de la Medicina. Y es el abuso lo que congestiona consultas y hospitales, y es el mayor causante de las citas quirúrgicas con aplazamientos escandalosos.

Los seguros privados médicos mantienen el copago precisamente por su efecto disuasorio, no por la recaudación, y eso es algo que terminará por instalarse en la Medicina Pública. ¿Cuándo? Dada la liturgia al uso, después de que la ministra Salgado diga en rueda de prensa que eso no está en la agenda. Conocido el deporte gubernamental titulado desmentir a la Salgado , el copago se anunciará uno o dos días después de que lo niegue la vicepresidenta. Es el procedimiento habitual de estas medidas, con tantos antecedentes que para predecirlo no son necesarias dotes proféticas. Cuando Salgado diga que no, prepare cinco euros para ir al ambulatorio.