Dramaturgo

El alcalde Clos, guardián de las esencias de la Barcelona de la Mariona Rebull y las bombas del Liceo, ha dicho que Copito de Nieve tendrá una plaza con su nombre. El alcalde Clos desea que el casticismo barcelonés pase por esa plaza y que las cocheras donde curra la mecánica socialista y charnega se enumeren bajo el amparo del último mono blanco (loor a los monos blancos y azules, a los unos por mancharse con el negro chapapote y a los otros por empapar la tinta de las linotipias históricas). El alcalde Clos quiere que el casticismo barcelonés lleve nombre de gorila, de la misma manera que el exalcalde Manzano quería que el casticismo madrileño llevara perfume de violetas y nardos en la cintura. Es la España que nos lleva desde el mono del anís al mono de la eutanasia, desde el mono de las verbenas de la Paloma vestido de monosabio al mono de la libertad de las verbenas libertarias.

Dicen que en Barcelona, en las Ramblas, había un mono vestido de anarquista que a todo el que llevaba bigote le hacía la señal del cuchillo en la garganta. Dicen que en Madrid había un mono vestido de falangista que saludaba brazo en alto y hacía como que bebía café (CAFE, aquello de Camaradas Arriba Falange Española).

Copito de Nieve era un mono faltón que miraba con desdén a los catetos que le hacíamos carantoñas detrás de los cristales de su jaula en el Zoo de Barcelona. Igual que Pujol, con el mismo desdén que ponía firmando decretos de Bienestar Social a los charnegos que pedían subvenciones culturales. El mismo desdén que ponen los que se sienten únicos en su especie, solitarios en sus Rh, especiales en su raza, monos blancos en fin... copitos de nieve nacionalista.