Un día sí y otro también aparecen nuevos casos de corrupción que afectan indiscriminadamente a todos los partidos políticos, con independencia de que su orientación ideológica pertenezca a la derecha, izquierda o nacionalistas de uno u otro signo. Tristemente, tales delitos, son fuente inagotable de información para los medios de comunicación, cuya versión de los hechos modifican o incluso deforman a tenor de la tendencia del medio en cuestión.

El ejemplo que se está ofreciendo a las jóvenes generaciones por parte de la clase política, donde los sinvergüenzas se multiplican como setas, no puede ser más deplorable.

A estas alturas, la solución no es nada fácil. Nuestro país, tanto a nivel nacional como internacional, ya no puede seguir deteriorándose más porque estamos tocando fondo o esperemos que así sea. Esa es una de las razones por las cuales la gente joven, cargada de razón, repudia hablar de política en general y de políticos en particular. Resulta de lo más normal escuchar la nada edificante frase de "todos son unos ladrones". Los menos jóvenes consideran que son los propios políticos los primeros interesados en que no funcione la Justicia ni se reforme el Código Penal o la legislación sobre Urbanismo. Algo totalmente necesario para evitar comportamientos tales como están aflorando en los casos: Gürtel, Mercasevilla, Benidorm, El Ejido, Union Mallorquina, Santa Coloma, etcétera.

Si vivimos en democracia, al menos es lo que nos cuentan, es determinante erradicar y castigar la corrupción. De lo contrario pasaremos a engrosar la lista de naciones que despectivamente son conocidas como repúblicas bananeras a las cuales, lamentablemente, nos estamos aproximando. ¡Tiempo al tiempo!

Jose Tomás Cruz Varela **

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