TEtn una entrevista con Iñaki Gabilondo , Alfredo Pérez Rubalcaba ha afirmado que el PSOE aún puede ganar las próximas elecciones generales. Muchos otros cuadros socialistas carecen de esa misma convicción, casi fanática, en la victoria final que desde siempre ha sostenido la acción de los verdaderos dirigentes.

Pero así como su firmeza le honra, los argumentos aducidos por Rubalcaba no son precisamente convincentes. Porque él cree que lo que cambiará las actuales tendencias del electorado será que de aquí al 2012 la gente irá percibiendo que la política del Gobierno contra la crisis está funcionando, aun cuando aún no haya llegado la recuperación económica.

Y esa esperanza contradice los pronósticos de la mayoría de los expertos, que coinciden en vislumbrar que, en el plazo citado, el único alivio posible a la actual situación, y de efectos limitados además, procederá de una modificación de las tendencias internacionales de la economía menos incierta y dudosa que la que actualmente se atisba. Además de que esa eventual mejoría podría también servir a la oposición. Porque procedería de fuera, no de la acción del Gobierno, y porque cuando estén cerca las elecciones, a Rajoy no le vendría mal que hubiera alguna luz en el panorama económico en el que él tendría que gobernar.

En definitiva, que no parece que por ahí los socialistas vayan a rascar mucho. Lo que es incomprensible es que no estén dando la batalla con la corrupción del PP. Ciertamente las encuestas dicen que los escándalos que se suceden sin interrupción no cambian la decisión de voto del electorado de derechas. Y puede que al PSOE no le apetezca salir a la palestra para explicar a la gente cómo ha atajado su propia corrupción. Que eso puede salir mal.

Pero es asombroso que siga dejando que Rajoy mire para otro lado. Que ningún socialista denuncie el riesgo terrible de que una intocada legión de corruptos, diseminada capilarmente por todos los niveles del PP, vaya a llegar al Gobierno de España. Y al de algunas autonomías. Y eso es lo que va a ocurrir si nadie obliga al PP a cambiar de actitud.