El Corte Inglés de las Carmelitas, es pequeñito, de apenas 3.200 metros cuadrados de parcela, lo que en siete plantas daría unos 22.000 y pico metros de superficie comercial más los aparcamientos subterráneos. No es, por tanto, de la magnitud de El Corte Inglés de Badajoz pero, al fin y al cabo, una gran superficie como ésta es esperada ansiosamente por una mayoría de cacereños y cacereñas. A la mayoría, según hablan los cronistas, les da igual que la operación de desembarco del gigante en Cáceres sea o no dudosa; es decir que el fin justifica los medios; en definitiva que la mayoría de la gente quiere pasear por sus instalaciones sin salir de la ciudad. El problema es que quien tiene que decidir con su voto si se recalifica o no un terreno hasta ahora para fines docentes; aquel que ha sido elegido por los ciudadanos para que les representen en las instituciones, precisamente, en virtud del mandato electoral tiene entre sus manos el deber y la responsabilidad del cumplimiento fiel del cargo, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, y por tanto debe ejercer su cargo con total sometimiento al derecho, pensando siempre en el bien común.

El Corte Inglés es bueno que venga. Ya tenía que estar aquí. Pero quien piense que El Corte Inglés solo puede venir de una manera está equivocado. Como regionalistas queremos para nuestra ciudad las mismas posibilidades que tienen otras a las que siempre hemos mirado. Queremos que las diferencias con respecto a las más equipadas sean cada vez menores. Queremos que las posibilidades de empleo se incrementen; que los negocios resplandezcan y que nuestras ciudades cobren vida. No podemos negarnos a lo que supone y todos parece que tienen claro El Corte Inglés. No nos negamos.

XAHORA COMOx representantes de los ciudadanos, en la parte que nos corresponde, soy concejal en el Ayuntamiento de Cáceres, no podemos dejarnos cegar por el brillo que refleja la instalación de los almacenes en una parcela en la que el ayuntamiento tiene que percibir el 10% del mayor aprovechamiento urbanístico. Es nuestra obligación velar porque no se vean perjudicados los ciudadanos.

Y debemos preguntarnos: ¿Cómo hay que calificar a un propietario que cuando se le expropia pide una barbaridad, y cuando se trata de compensar a la ciudad sólo está dispuesto a pagar un valor catastral escaso y anticuado? ¿Cómo se calificaría a un gobernante que está dispuesto a pagar por la adquisición de un parque o un chalet cantidades ingentes de dinero, y cuando se trata de cobrarle a algunos por la cesión de sus derechos está dispuesto a casi regalarlos? ¿Quién se cree que en la avenida Virgen de Guadalupe de Cáceres, los metros edificables estén a 200 euros? Cualquier persona normal pensará y acertará que se trata de un pelotazo , sí, pelotazo ; palabra últimamente de moda que también comienza a instalarse en las tertulias de los cacereños.

Una operación de ese calibre no puede hacerse sin que la ciudad perciba lo que le pertenece, no desde posiciones de inmovilidad, sino desde el consenso.

Hace falta dar claridad, buscar la concordia y no enrocarse en posiciones inmovilistas. Es necesario buscar el bien para la ciudad comenzando por velar porque cada uno cumpla con sus obligaciones. Y la principal obligación de un ayuntamiento es recaudar lo justo para dar a los vecinos justas compensaciones en la aplicación del gasto, en definitiva en la mejora de los servicios para hacer de la ciudad una ciudad cada día con más calidad de vida.

Sí a El Corte Ingles, con viviendas o sin viviendas. Que cuanto antes se instale en Cáceres, en ésta o en otra parcela pero con consenso y sin renunciar a nada. Cada actor que cumpla con su parte de la obra, sin escaqueos y sin trampas. Operaciones claras, limpias y a su justo precio. Que nadie pierda, pero tampoco que nadie se vea en la obligación de decir que viva alguien porque le venga dios a ver.

*Coordinador General de la Coalición Extremeña Prex-Crex. Concejal Regionalista en el Grupo Socialista del Ayuntamiento de Cáceres