Las elecciones del pasado domingo han creado una situación nueva en Extremadura derivada de la necesidad que tienen PP y PSOE de buscar un acuerdo con Izquierda Unida que les permita formar gobierno, habida cuenta de que la opción de la Gran Coalición, aunque bienintencionada, es políticamente inviable. Apenas un día después de las votaciones, los movimientos encaminados a lograr ese acuerdo están siendo confusos, dubitativos y de tanteo. Se comprende que lo sean, dados la naturaleza del asunto y la nula experiencia de nuestros políticos en situaciones en las que para formar gobierno regional hay que acudir a conversaciones previas, pero aun contando con ese elemento, es necesario hacer un esfuerzo que evite ceremonias de confusión que impidan a los ciudadanos conocer cuál es el proceso de acercamiento o alejamiento entre los partidos encaminado a construir el futuro político de la región. En este sentido, solo se puede hacer una aproximación a lo que está pensando Izquierda Unida -la que está siendo cortejada-- acudiendo a la interpretación del oráculo, puesto que ni su líder nacional, Cayo Lara, ni regional, Pedro Escobar, dicen con claridad qué planes tienen. Están en su derecho de adoptar la estrategia que crean más conveniente a sus intereses, pero es preferible decirle a los votantes que mientras no tengan una decisión tomada no aventarán conjeturas que lanzar mensajes de distinto sentido que enturbian más que aclaran. Ejemplo de ello fueron las manifestaciones de ayer, tanto de Lara --"ni por activa ni por pasiva vamos a propiciar un gobierno del PP"--, como de Escobar --"se puede apoyar la investidura sin entrar en el gobierno". De ambas parecía deducirse que son partidarios de apoyar al candidato socialista para la investidura. Pues no, porque acto seguido ambos dicen que "no hay nada decidido".

Esta situación de inseguridad también está afectando al PSOE. En la noche electoral, Fernández Vara ofreció a IU incluso un gobierno de coalición. Ayer dio por posible hasta incluir en las negociaciones el apoyo socialista a la refinería: "A priori no rechazo ni confirmo nada, vamos a sentarnos a hablar", dijo el candidato socialista. Esta manifestación también crea confusión, puesto que el PSOE siempre ha tenido la planta de refino como una de sus banderas, y por eso mismo innegociable. Colocarla entre los asuntos discutibles, además de una incongruencia con lo que dijo el propio Fernández Vara al comienzo de la campaña, sería como borrar las líneas rojas que los socialistas deberían marcar y, de paso, dar la razón a José Antonio Monago en sus críticas al candidato del PSOE por "querer aferrarse al sillón".

El pacto entre PSOE e IU es legítimo y democrático; también lo es facilitarle el gobierno o entrar a formar parte del mismo. No solo se cumple la voluntad popular dejando gobernar la lista más votada, como reclama el PP. Pero aun contando con todos los sellos de calidad democrática, el acuerdo entre los dos partidos de izquierda tiene los riesgos derivados de que dejarían en la oposición a la fuerza más votada. Esos riesgos solo se reducen con claridad, transparencia y siendo coherentes con los programas con los que obtuvieron los votos.