Ahora nos sorprenden con el proyecto de nacimiento de una nueva formación política, animada sobre todo por disidentes socialistas en el País Vasco, como Rosa Díez , por algún dirigente de Basta Ya , como Carlos Martínez Gorriarán , por un personaje inclasificable, como Fernando Savater , y por algunos otros, no muchos. Son, sobre todo, gentes que piensan diferente de lo que piensa (o parece pensar) el Gobierno de Zapatero y Patxi López acerca de lo que ocurre en el País Vasco. De hecho, piensan lo mismo que el Partido Popular, y no se entiende que vayan a la formación de un nuevo partido, que quitará votos tanto al PSOE como al PP y confundirá no poco a la opinión pública, simplemente por no apoyar a las huestes de Mariano Rajoy . .

Siendo muy legítima su creación, no viene bien este embrión de partido ni a la derecha, ni a la izquierda ni al centro. Esto es una reacción contra algunos excesos, ciertos sectarismos y abultados errores de determinados líderes del socialismo oficial vasco. Que no han sabido abrirse a la disidencia interna y ni siquiera al diálogo.

Parece una más de las situaciones delirantes que la falta de madurez general de la clase política y mediática nos está generando en el cuerpo social. Andamos como perdidos: ¿qué diablos pinta Rosa Díez, una activista admirable sin duda, con un filósofo como Fernando Savater, un pensador que a la fuerza se ha metido en la pelea política?

Menudo final de campaña. Con ETA presidiendo todos los debates. Con López Garrido lanzado a hacer funcionar el ventilador de la basura contra las corruptelas del PP pero sin ofrecer papeles concretos. Con los ecos, aún, de ese debate entre Ruiz Gallardón y Miguel Sebastián , a quien ahora hasta le sacan las facturas de la luz impagadas. Con el partido legal Acción Nacionalista Vasca llamando a votar con el carné vasco ilegal. Con los socialistas granadinos convocando un botellón mitinero precisamente el día de reflexión. Y, mientras, en el Gobierno se advierten síntomas de disidencia por la marcha del proceso negociador con ETA, sin que los desmentidos de Zapatero hayan servido para mucho: el Ejecutivo padece una considerable falta de credibilidad, y esto me parece grave.