TTtodos los días lo mismo. Los medios de informativos se llenan de sucesos, catástrofes, violencias- Nos traen las noticias, las imágenes, el reportaje: pero el sufrimiento se queda lejos de nosotros.

Nos llegan toda clase de noticias; pero empaquetadas por las agencias de turno o envuelta en el celofán televisivo, de tal manera, que nos crea confusión. Muchos se preguntan; ¿Dónde está la verdad del dolor? ¿Dónde está la verdad informativa?

La verdad del dolor, el sufrimiento real, la sangre derramada se queda lejos... en Irak, Afganistán o en algún país del tercer mundo-

Las noticias que recibimos de lejos producen en nosotros una conmoción efímera y apenas sirven para otra cosa que para aprender geografía.

Incluso, cuando las malas noticias se presentan con brutalidad en los arrabales de nuestra vida o en nuestras ciudades, tales como mujeres asesinadas por sus maridos o compañero sentimental, robos, terrorismo.... tampoco nos alteramos demasiado. Nos acostumbramos a todo, con tal que todo eso no roce nuestra propia piel y nos afecte físicamente.

Rara vez reaccionamos en solidaridad. Día tras día, nos vamos acostumbrando a escuchar y ver el mundo de las desgracias. Preferimos guardar la distancia, utilizar un lenguaje discreto, estudiado.

Hablamos en esos casos de sucesos, cosas que pasan , cosas del destino, mala suerte, fatalidad.

Pero la fatalidad no es más que un eufemismo para disimular nuestra falta de responsabilidad y nuestra insolidaridad. Pues las desgracias de los otros no son, la más de las veces, sino la otra cara de lo que llamamos asépticamente nuestra buena estrella, nuestra suerte.

El tercer mundo no es otro mundo, sino el que hemos expoliado para sostener nuestro progreso y nuestro bienestar.

*Licenciado en Filosofía