Hace menos de un mes estábamos en invierno --en el sentido climatológico--. Acuérdense, temperaturas por debajo de los 15 grados, aguaboba y viento irritante. Esperábamos ansiosos las canículas --excepto los incondicionales amantes del invierno--, aunque los que saben de climatología nos auguraron un verano auspiciado por un otoño anticipado.

Pero como dice la canción, el verano ya llegó, ya está aquí. Y ha entrado a lo grande, con su calor de gala y sus fogosos saludos. Esos 40 grados que dan para freír un huevo en el asfalto nos han cogido de sopetón y no hay quien mueva un músculo sin sudar la gota gorda. Algunos se arrepienten de su deseo veraniego y rezan para que los climatólogos agoreros hayan acertado en su pronóstico. Por ejemplo, mi amiga Sabina dice que prefiere el paraguas a 10 grados que la sombrilla a 40 grados. Que es preferible caminar arrecido que aplanado. Claro que también es cierto que no suelen ser tantos los días de flama extrema que trae el verano. A los sumo ocho o diez sobrantes saharianos que se nos meten en la península para que sepamos qué se siente al calor de una jaima.

Además, el verano tiene sus cosas buenas. Las calles se avivan, las terrazas se ocupan, y la hostelería y el comercio se complacen, que falta hace --excepto de tres a siete de la tarde, que el mundo se detiene por orden de la siesta que impone el astro rey--. Los hombres alegramos la pestaña -como diría mi amigo Modesto- cuando atisbamos mujeres de buen ver y poco vestir.

Las mujeres ríen por no llorar cuando se cruzan con algunos hombres de poco vestir y cómico ver: sandalias y calcetines para los pies, calzonetas XXL, camiseta de tirantas y gorra de visera, a poder ser todo el conjunto con colores dispares, entallado a un cuerpo de pellejo ancho y barriguilla cervecera. Pero todo vale mientras no pique, arañe u ofenda.

Sí, el verano nos empuja a la desinhibición, a la fiesta, a la estética incorrecta; es alegre, desenfadado y festivo, aunque a veces nos trae días de excesivo e insoportable calor. Pero nada es gratis en esta vida.