Una pregunta muy lógica y recurrente que (creo) nos hacemos todos, es saber si la falta de gobierno --además de regalarnos un espectáculo que no me atrevo ni a calificar-- puede dañar nuestra economía. Vaya por delante que el ritmo actual de la economía española es bueno. Muy bueno: de hecho, se reconoce fuera de nuestras fronteras que el crecimiento previsto para 2016 (por encima del 3%) casi puede considerarse un oasis en una Europa que está muy lejos de coger velocidad de crucero.

Es evidente que parte del mérito de la recuperación pertenece al aún actual gobierno de España, liderado (ya me entienden) por Mariano Rajoy . Probablemente, mucho crédito recaiga igualmente en la agresiva política monetaria de Mario Draghi . Y también parte en el desplome del precio en las materias primas, especialmente el petróleo, por el efecto que tiene en los costes de las empresas industriales (por qué usted no nota el efecto de esa bajada da para otro artículo. Y largo, además).

Eso debiera negar la mayor de aquellos partidos que viven del catastrofismo y de las necesidades de muchas personas. No, no hay nada que refrende una "urgencia" social económica. Como tampoco esto quiere decir que no haya que seguir avanzando en una sociedad más justa y sin determinados abusos que aún hoy se siguen dando. Pero el mejor programa económico para España y sus ciudadanos es mantener un camino de control del gasto público y mejora en poder adquisitivo, que pasa por una continua reducción del paro. Casi una perogrullada.

La inercia y la confianza son muy poderosas en economía. Las reformas han dado sus frutos y siguen funcionando y los presupuestos para 2016 están ya en ejecución. Y las "grandes" inversiones ya han entrado en España, en los años previos, en los que nuestros activos estaban más baratos que ahora. Así que el actual impasse no está afectando a nuestros fundamentales: España está en un parón político pero no económico.

CLARO QUE SI fuera así, podríamos seguir el ejemplo de Bélgica hace pocos años: 541 días sin gobierno que supusieron una mejora en el déficit y una reducción del paro. Dan ganas de "torpedear" los pactos de gobierno, ¿verdad? Tampoco es que haga mucha falta, viendo la "cintura" de los nuestros.

Bélgica no es España. Por eso, la falta de gobierno y la incertidumbre sobre resultado y fechas son motivo de preocupación para quienes invierten en el país, desde dentro y fuera. El capital suele ser receloso y las dudas sobre el futuro político del país ya se notan en la colocación de deuda y en una menor entrada de fondos. Pero no es nada grave. O mejor dicho, "aún": es indudable que una incertidumbre y una paralización institucional continuada supondría una ralentización de nuestra economía.

La incertidumbre puede dañar la evolución de la economía. Nuestra prima de riesgo ya crece, si bien levemente, porque los inversores en deuda son especialmente cautelosos y huyen frente a la falta de certezas (no por nada hay países como Alemania que ya cobran por colocar su deuda, lo nunca visto. Más peligroso es el efecto sobre la reducción del desempleo, porque igualmente no conocer el horizonte retrasa las decisiones empresariales, entre ellas, las contrataciones. Lo cierto es que cuantificar la incertidumbre es complicado, porque no es una variable "medible". El índice FEDEA de actividad económica calcula que prolongar la actual situación más de 6 meses supone una reducción de entre 0,4 y 0,7 de nuestro PIB. Conjugado con la deuda, puede tener un efecto devastador.

Ahora mismo el único hito en el horizonte a corto plazo es el pago de la deuda prevista a Europa (un pago de aproximadamente 10.000 millones de euros) que no corre riesgo. La deuda está controlada, y será en 2020 cuando nos enfrentemos a mayores vencimientos o una refinanciación. Pero siendo ya nuestra deuda el equivalente al 100% del PIB no puede seguir creciendo.

Y ahí está la clave. El aviso que realizó Draghi tras su primer halago a España: el camino de las reformas y la reducción del déficit no tiene vuelta atrás. Y el temor a un gobierno que no se responsabilice de ello es la verdadera preocupación de Europa y nuestros inversores. Así que el resumen es claro: a corto, la falta de gobierno no es un problema económico. A largo plazo lo será, sobre todo si el resultado es más inestabilidad. Es justo lo que España no necesita.