TPtuede que Federico Jiménez Losantos sea una buena persona, pero no lo parece. Tampoco destaca por su humildad. En una entrevista a El Mundo señala en un tono que pretende lleno de inteligente ironía pero disimulando a duras penas el despecho por su destitución como conductor de La Mañana , que si él fuera la COPE se quedaría consigo mismo aunque tuviera que pagarse el doble. Enarbola su enorme incremento de audiencia y augura negros presagios a la cadena si pierde lo que él y sólo él ingresa en publicidad. Echa las culpas a Cañizares y al PP de Gallardón y Rajoy , pues insinúa que la mayoría popular le apoya y se presenta como víctima del alcalde de Madrid. Aunque nunca entendí cómo la Iglesia pese que Dios escriba recto con renglones torcidos contaba entre sus empleados más mediáticos con un insultador continuo y constante, hiriente pero no ocurrente, que no mostraba entre sus prioridades lo de "ama al prójimo como a ti mismo" y menos "lo de a Dios sobre todas las cosas", no me imagino a los sabios obispos enfrentados por el futuro del periodista, y si Rajoy tiene tanta influencia, entonces es que puede hasta ganar elecciones. Federico ignora que el dinero, incluso para la Conferencia Episcopal, no lo es todo. También ha olvidado que probablemente si no fuera por la trágica muerte del llorado y controvertido Antonio Herrero , nunca hubiera conseguido a fuerza de insultos, injurias, estilo gordo y la burda utilización de las creencias y los miedos de la buena gente de Misa de doce, conservadora y seguidora de la COPE, el éxito que se atribuye. Pero hace mucho tiempo que se ha pasado. Comprendí que tenía los días contados cuando mi santa suegra a la que en principio entretenía dejó de sintonizarle, porque insultaba a todo el que no pensaba como él. Puede que su soberbia no soporte la jugarreta de sus patrones aunque Veo y Pedro Jota le librarán del paro y podrá seguir creando opinión. No tengo nada en contra de los creadores de opinión. Larra lo era. Pero Federico sólo se parece a Larra en la estatura. Y no precisamente moral.