Filólogo

A los políticos se les llena la boca con la palabra crecer y la repiten sin cesar. "España es un ejemplo de crecimiento para países históricamente más fuertes porque crece más", alardea sin cesar el señor Aznar. Hasta que el gendarme alemán le devolvió la estocada: "Creces por lo que te hemos dado, conseguido por tu antecesor y que te vamos a quitar". Esa percepción de crecimiento continuo no la tiene el ciudadano, que sigue llegando a final de mes con apuros y sabe de la grandiosidad macroeconómica por los periódicos. Y es que el ciudadano no ve crecimiento cuando lo que crece, como es el caso, es la desprotección social en sanidad, invalidez, vejez, vivienda o ayuda familiar, que es lo que le roza la piel. Hace tiempo también en Extremadura los políticos andan con la cantinela de que crecemos sin cesar, más que nada para desmentir las estadísticas que se empeñan en colocarnos en la última casilla; por eso es bien recibido, si no es flor de campaña electoral, ese manojo de decisiones propuestas por el gobierno regional desde lo alto de Piornal. Por fin vemos que el crecimiento se traduce en cosas concretas y sociales, como un empleo ágil y cualificado, una carrera profesional en el SES que debiera afectar a todos los funcionarios, un plan de jubilaciones y una urgente y decente remuneración; una necesaria apuesta por la calidad alimentaria y ambiental, por la regeneración del cine y las bibliotecas; por avances sustantivos en educación y apoyos sociales a la desprotección en salud bucodental, medicamentos pediátricos, libros gratuitos, prótesis dentales, audífonos, etcétera, algo que nos pondrá a la altura de los ciudadanos más espigados del país.

Al fin la cantinela de que crecemos, complejo de todo chaparrito, va a ser sustituida por actuaciones eficaces que demostrarán, sin necesidad de estar siempre diciéndolo, que estamos, de verdad, dando el estirón.