XExl Protocolo de Kioto (1997) obliga a que las emisiones de gases de efecto invernadero en 2012 sean un 5% menos que en 1990. Por tanto, es obligado hacer la evaluación ambiental de los planes y programas del transporte para lograr la mayor eficiencia energética y el menor coste ambiental, mediante un sistema intermodal más equilibrado y una mejor distribución de la demanda. Las emisiones de CO2 del transporte son el 30% del total y la carretera produce el 85% de ese total; no obstante, siguen creciendo las inversiones en carreteras y reduciéndose las de ferrocarril; la red de autopistas de la UE+15 con Suiza y Noruega pasará de 56.224 Km en 1999 a 81.383 Km en 2020; en contraste, la red de ferrocarriles de altas prestaciones pasará de 2.800 Km a 8.000 Km y el tráfico aéreo de 8 a 16 millones de vuelos. Como las emisiones de CO2 (Kg/viajero) son del orden de: tren 28, automóvil 68 y avión 85; así es imposible cumplir con Kioto.

Hay tres puntos muy claros: 1) el progreso tecnológico y las medidas técnicas no son suficientes para asegurar la protección necesaria del medioambiente; 2) es preciso una ordenación global del transporte; y 3) debe incrementarse notablemente el peso relativo del ferrocarril.

Pero, pese a la decidida voluntad política de planificación ambiental reiteradamente manifestada por los responsables de la UE, el transporte es cada vez menos sostenible por el crecimiento exponencial del transporte por carretera, y de la aviación, en detrimento del ferrocarril.

Hay algo muy claro que nadie pone en duda: el ferrocarril tradicional es la mejor alternativa para el transporte de viajeros y mercancías, tanto desde el punto de vista ambiental como desde el económico o social; y el AVE (a 300 Km/h) es la mejor alternativa, con fuertes demandas, para reducir el tráfico de aviones. Entonces, ¿por qué seguimos potenciando la carretera, el vehículo privado y el avión? En el tren extremeño se invertirán 176.000.000 euros durante los próximos 5 años; bienvenidos sean y felicidades a los responsables; pero también se van a invertir, sólo en el año 2005, 335.000.000 euros en las carreteras extremeñas.

El ferrocarril necesita mucha inversión en infraestructuras y mantenimiento para ofrecer soluciones eficaces a las necesidades del transporte y atraer a los viajeros. Si verdaderamente creemos en el ferrocarril extremeño, en su indiscutible función económica, ecológica y social, y que además es el medio de transporte más seguro, cómodo, relajado y rápido (al menos así debería ser), debemos exigir trenes confortables que permitan ir y venir a Madrid en el día a nuestros empresarios, políticos, profesionales y público en general. En caso contrario, seguiremos viajando en nuestro coche, continuarán cerrándose estaciones, perderemos más trenes, los horarios se adaptarán a los turnos del material en vez de a las necesidades de los viajeros, descenderá más el número de viajeros, se reducirá el mantenimiento, crecerán los déficit, nadie querrá afrontarlos, y se acelerará la emisión de CO2, el coste social del transporte y sus externalidades ambientales.

Bienvenido sea cualquier esfuerzo por aumentar el tráfico ferroviario, pero no puede defenderse un ferrocarril sin viajeros.

Debatamos qué ferrocarril podemos tener, con nuestra distribución poblacional, y cuánto interés tenemos en conseguirlo y mantenerlo. Es preciso un gran esfuerzo para afrontar el problema y resolverlo definitivamente, en la dirección que sea. El futuro del ferrocarril en Extremadura depende principalmente de las inversiones de RENFE y de la Junta de Extremadura, pero también depende de que cada uno de nosotros lo utilice. La pregunta decisiva es: ¿creemos los extremeños en el ferrocarril?

*Doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos