Tras la publicación de los nefastos datos sobre espectadores y recaudación de las películas españolas en 2010, me gustaría apuntar las causas que, según mi opinión y sin olvidar la actual crisis, han provocado esta situación (una situación, dicho sea de paso, poco novedosa y que no sorprende a nadie).

Para empezar, habría que resaltar que una parte de los artistas conocidos como intelectuales de izquierda se han querido apropiar de la cultura de este país, incluido el cine. Recordemos, por ejemplo, aquella campaña contra la guerra de Irak o el reparto de rosas blancas a favor de la negociación con ETA, entre otras muchas manifestaciones. Si a esto le añadimos que dichos artistas no caen muy bien entre gran parte de la ciudadanía, tenemos una razón de peso para no ir a ver sus películas.

Por otro lado están las polémicas subvenciones, que no han hecho otra cosa que acabar con el ingenio. Eso sí, han servido para enriquecer a unos pocos.

Como consecuencia de lo anterior, tenemos las temáticas absurdas, aburridas y de escaso interés para la ciudadanía (salvo honrosas y gratas excepciones), que describen una sociedad irreal, marginal y acomplejada, que en la mayoría de los casos tratan de culpabilizar al espectador. Los que vamos al cine queremos, simplemente, pasar un buen rato. ¡No es tan difícil de entender!

Y por último, desde hace algunos años, nos encontramos protagonizando películas a muchísimos actores a los que vemos diariamente en las series de televisión (de cuestionable éxito, por cierto) y que no hacen más que desvanecer las pocas expectativas que pueda levantar las películas en cuestión.

Hollywood lo tiene claro: temáticas simples con estrellas del cine, con muchos efectos y última tecnología. Y todos contentos.

El señor Alex de la Iglesia lo sabe, porque él es original, trabajador, coherente- y se aleja de los tópicos del cine español. Por eso dimitió como director de la Academia de Cine.

Sergio López Quintales **

Peraleda de la Mata