A la hora de determinar el valor real de una crisis, primero debemos analizar qué entendemos por la palabra crisis . Según las opiniones de los analistas económicos, la crisis que sufre nuestro país es una situación que se ha producido en los últimos años. Si hacemos un análisis desde otra perspectiva, nos podemos dar cuenta de que vivimos la crisis desde hace cuatro o cinco lustros, por lo menos. En los últimos años, he observado con gran incredulidad la asombrosa escalada de programas de televisión que se dedican a encumbrar analfabetos, los cuales no se distinguen precisamente por sus aportaciones a la humanidad. Actores de cine porno, presentadores incapaces de decir algo de interés cultural, charlatanes sacados de programas concurso donde existe una alta dosis de histrionismo, etcétera. Sin embargo, lo más preocupante es el desprecio de los responsables de estos programas hacia los telespectadores. Algunos televidentes incluso han perdido la capacidad de indignarse delante de semejante barbarie y permanecen atónitos frente a la retahíla de energúmenos que pueblan las pantallas televisivas españolas. A raíz de estos ejemplos, a nadie se le escapa que la crisis cobra aquí un significado muy distinto al que economistas y analistas han podido poner en la palestra. Este nuevo significado tiene unas connotaciones socioculturales que desembocan en un desinterés hacia aquellos aspectos que tienen que ver con la personalidad del individuo, como la constancia, el trabajo y el sacrificio. En definitiva, es necesario analizar la crisis desde otras perspectivas, sirviéndonos de la profundidad de la reflexión propia de los humanos para determinar mejor su valor.

José Renom **

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