Si existe un tema especialmente sensible para el ser humano, ese es la salud. Cuando nos falta, nos sentimos especialmente vulnerables, débiles e indefensos.

Por ello, contar con un buen sistema sanitario resulta imprescindible. Cuando me refiero a un buen sistema sanitario, hablo de buenos profesionales en medicina, enfermería, cocineros, auxiliares, celadores y, por supuesto, a un rápido y eficaz sistema de ambulancias, que llegado el caso, puede salvarnos la vida.

Extremadura contaba con ese eficaz sistema de ambulancias, con una experiencia de más de 30 años, y que era gestionado por un consorcio de empresas extremeñas.

El contrato del servicio de ambulancias salió a concurso y la nueva adjudicataria ha sido una empresa andaluza, que está siendo investigada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, por un presunto trato de favor por parte del Gobierno de Susana Díaz en la adjudicación del servicio de ambulancias de la provincia de Sevilla.

Nuevamente, Guillermo Fernández Vara incumple una promesa electoral, ya que se comprometió a encontrar un mecanismo legal para que las empresas extremeñas fueran adjudicatarias de los concursos.

Se suma a la interminable lista de promesas electorales imposibles de cumplir, pero necesarias para ocupar nuevamente el sillón.

Y llegó el día en que empezaba a funcionar la nueva empresa, y el comienzo no pudo ser peor: ambulancias que llegan con un retraso de diez horas, o que no llegan, que circulan sin papeles y han sido interceptadas por la Guardia Civil, trabajadores que acuden sin ser dados de alta, y un largo etcétera de incidencias que la Junta ha tratado de ocultar a toda costa.

Demasiadas para ser justificadas por un consejero que tiene la desfachatez de destacar, incluso en contra de lo manifestado por la propia empresa, el buen inicio del servicio.

Con la salud ni se juega ni se mercantiliza.

Cientos de extremeños se han visto afectados por el caótico servicio de transporte sanitario, que vive una profunda crisis en la región mientras ni el presidente ni su consejero de Sanidad se atreven a dar la cara.