Mil millones de euros destinará el Gobierno al desastre causado por el Prestige en Galicia, según anunció ayer en el Parlamento el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro Romero (Jaén, 28-7-1950). La oposición mostró su desconfianza y exigió que no sea la Xunta la que, en definitiva, acabe pagando más que Madrid. A pesar de lo que cae y caerá, al ministro encargado de los presupuestos y de los impuestos se le ve crecido. Confirmado en su cartera en la crisis de julio --una vez superados los malos tragos del caso Gescartera, que se llevó por delante a su secretario de Estado Giménez Reyna, y el escándalo de las cuentas secretas del BBV que salpicó a su actual secretario de Estado, Rodríguez-Ponga, exalto ejecutivo del banco--, Montoro ha culminado la reforma del IRPF que entrará en vigor en época de comicios municipales. El al menos no se corta al explicarlo: "Bajamos los impuestos a todos para ganar las próximas elecciones, para qué vamos a negarlo".

Tras cuatro años de número dos de Rodrigo Rato, Montoro fue nombrado ministro en abril del 2000 con importantes atribuciones. No hay duda de que, poco a poco, se ha ido ganando la entera confianza de José María Aznar, al que conoció en 1989 a través del asesor presidencial Pedro Arriola, con el que coincidió trabajando para la patronal CEOE. La España-va-bien es un pañuelo.