Ana Romero entrevista en El Mundo al periodista albanokosovar Veton Surroi, un personaje emblemático en la lucha por la libertad de expresión en su faceta de observador comprometido de la guerra en los Balcanes de hace una década. Confiesa: "Yo, que he sido uno de los pocos que ha apoyado esta guerra, lo puedo decir: me ha molestado como persona, más que como periodista, que la guerra haya existido por la televisión, y no la televisión por la guerra. Me daba la impresión de estar asistiendo a algo irreal". Su conclusión es escéptica: "Dada la rapidez con la que se desarrolló la guerra, pensé que la posguerra la tendrían más planeada. No es bueno que el actual vacío político y administrativo se prolongue en el tiempo". Cuando Surroi rememora las promesas de que "EEUU apoyaría la independencia y Milosevic se iría por las buenas", contrapone, hoy, la respuesta que les dieron: Nos acusaron de jóvenes inexpertos".

El escritor norteamericano Norman Mailer no necesita tantos antecedentes, en su artículo de El País, en el que se pregunta reiteradamente: "¿Por qué fuimos a la guerra?". Podía ser porque "el mercado estaba deprimido, y algunos bastiones clásicos de la fe norteamericana (la honradez de las grandes corporaciones, el FBI y la Iglesia católica, por mencionar sólo tres) habían sufrido cada uno un severo bochorno". Razones tentadoras seguidas de una reflexión sobre el "malestar crónico del hombre blanco americano. Lleva 34 años soportando palizas diarias", cuando "el poderoso consuelo de animar a tu equipo en televisión se ha torcido".