Hay que hacer un esfuerzo titánico para romper la malla de la crítica existente que nos anega al no tener respuestas ad hoc. Pero hay una crítica sana que nos saca del error, si es oportuna y eficaz, y nos vigoriza si es adecuada y prudente, pues puede hacer de bisturí que saje lo podrido; pero, si se hace desde la venganza, ensucia, y será agria su respuesta. Cuando la crítica es murmuración, según Madame de Stael , ennegrece todo lo que toca, pues se parece al humo, y que puede encumbrar o enterrar a alguien, como escribió Blasco Ibáñez . No es de recibo la crítica infundada, pues envilece, aunque puede ser saludable para el descuaje de la corrupción, como la de mi país, que fragiliza su músculo nacional y erosiona su grandeza.

Pero pongamos alfombra roja cuando la crítica es rampa de lanzamiento de hermosos proyectos con fines comunes. Estamos en época de anatemas y denuncias, aunque muchas inocuas, pues, más allá de sembrar malestar, al carecer de suficiente controles, quedarán impunes. Denuncias y anatemas escenificados, sobre todo, en el Congreso, en climas, a veces, irrespirables. Se habla de "pactos"; bienvenidos sean. Mas , ¿nuevos Pactos de la Moncloa? No creo sean posibles, pues el tiempo, los personajes y las circunstancias son distintos, pero sí una tregua entre adversarios, con acuerdos puntuales en bien del pueblo español.

Aunque no todo se reduce a lo dicho, pues hay mucho bueno en esta sociedad, donde se vive con honradez y muchos trabajan hasta la extenuación. Son los colectivos que caminan en silencio, sin exhibir sus valores. Si, ya se sabe que esto no "vende", por lo que tanto se compite a fin de deslumbrar en dinero y en poderío político. Pero, también, hay caracteres fuertes que repudian el chantaje y dan portazos a la mentira. Y jueces que no se venden. Y horizontes para caminar alegres y en paz.

Esa Medalla al Trabajo, de ayer, es paradigma de la ruta de oro de tantos que aborrecen trapisondas y engaños.Y, sobre todo, ahí está el futuro en que el sol saldrá una mañana, con muchas manos agarradas a la esperanza. Que esos casi cien mil puestos nuevos de trabajo sean signos de alborada donde renazca la alegría y el pan no falte.