El pasado jueves salieron definitivamente de Ciudadanos Francisco de la Torre y Javier Nart: ya no eran miembros de la dirección, ahora abandonan también la militancia. Es la última réplica del terremoto ocasionado por la dimisión de Toni Roldán, líder del área económica, el 24 de junio. En abril ya se había dado de baja Francesc de Carreras, uno de los fundadores del partido y padrino de Albert Rivera, del que dijo al irse: «El joven maduro y responsable se ha convertido en un adolescente caprichoso».

Este sector crítico -liderado por Luis Garicano- ha roto por no permitir que gobierne el PSOE; es curioso que Garicano encabece una lista de eurodiputados cuyo número tres es Soraya Rodríguez (ex portavoz del PSOE en el Congreso y mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba), y cuyo número cinco es José Ramón Bauzá (ex líder del PP balear). Rivera quiso demostrar así ser de centro, pero ahora todos los afines al líder de esa lista se han ido.

Soraya Rodríguez pidió su baja del PSOE el 6 de marzo por su «profunda discrepancia» en poner paños calientes con el independentismo. José Antonio Pérez Tapias -histórico líder de Izquierda Socialista- se fue en enero de 2018 por lo contrario. En dos años han abandonado el PSOE una representante del ala socioliberal que apoyó a Susana Díaz y un símbolo del sector más izquierdista, aliado de Sánchez contra Díaz. Eduardo Madina (candidato en las primarias de 2014 como Tapias y partidario de Díaz después) se retiró de primera línea con duras críticas a Sánchez en julio de 2017.

Lo de Podemos es para nota. Pablo Iglesias es el único superviviente del núcleo fundador del partido, formado por Juan Carlos Monedero (dejó la dirección en abril de 2015), Luis Alegre (se fue en julio de 2016), Carolina Bescansa (renunció a su escaño en octubre de 2018) e Íñigo Errejón (fundó un nuevo partido en enero de 2019). Tanto en Madrid (Ramón Espinar, Lorena Pérez-Huerta, Rita Maestre), como en Cataluña (Gema Ubasart, Dante Fachín, Xavier Domènech), sus líderes han ido cayendo como piezas de dominó, así como los acuerdos con las confluencias valenciana (Compromís) o gallega (En Marea), siendo cada vez más tensas las relaciones con los anticapitalistas (pertrechados en Andalucía) y con IU.

¡Qué decir de la destrucción del «marianismo» por parte de Pablo Casado en el PP! José Manuel García-Margallo, Jorge Fernández Díaz, Fátima Báñez, Cristóbal Montoro, José Luis Ayllón, Dolors Montserrat, Rafael Hernando, Carlos Floriano, Fernando Martínez-Maíllo, Celia Villalobos, Ignació Cosidó, Alicia Sánchez-Camacho y, por supuesto, Soraya Sáenz de Santamaría. En noviembre de 2018 también dejó la política María Dolores de Cospedal.

Todo esto ha ocurrido en cuatro años. Santamaría, Cospedal, Madina, Tapias, Errejón, Bescansa, Roldán o Nart son la prueba de que los líderes de los cuatro grandes partidos no quieren críticas ni críticos. Desde la recuperación de la democracia en España jamás las organizaciones políticas habían estado tan ausentes de debate. Y esto ocurre justo cuando esa crítica es especialmente demandada por una sociedad que coloca a la política como su segundo mayor problema.

El 15-M impugnó todo un sistema. Allí murió el bipartidismo y nació una nueva España sociológica que los diversos dirigentes políticos insisten en negar. Los partidos clásicos parecen empeñados en estrategias de destrucción del multipartidismo con el vano sueño de recuperar una hegemonía que la ciudadanía ya refutó, y los líderes de los partidos nuevos parecen convencidos de que lo ideal es acabar con PSOE y PP para sustituirles en un nuevo bipartidismo, algo que los votantes ya han rechazado. La crítica es expulsada de los partidos del mismo modo que la ciudadanía era desoída hasta que decidió salir a gritar a la calle en mayo de 2011.

Todo acaba de empezar. Si los cuatro grandes partidos continúan así, aparecerán nuevas organizaciones, y si las nuevas organizaciones siguen sin representar la voluntad popular, la gente volverá a salir a la calle. Los cauces de los ríos se acaban llenando de agua, la energía ni se crea ni se destruye: la política no funciona de manera muy distinta a la naturaleza. Por eso las costuras de los partidos están saltando por los aires y seguirán haciéndolo hasta que hagan lo que tienen que hacer.

* Licenciado en Ciencias de la Información.