Tomo prestado el título de la novela de García Márquez sobre el crimen de Santiago Nasar a manos de los gemelos Vicario. Pocas personas como el escritor de Aracataca podrían describir mejor lo que ocurre en San José de Valdeflores, la colombia cacereña.

La United Fruit Company que destruyó Macondo en otra de sus novelas adopta otras caras en el siglo XXI. La Sacyr/Playmouth Minerals, investigada por la Fiscalía de Medio Ambiente de Galicia, pone ahora el ojo en el pulmón de una ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Hace unas semanas visitamos la zona con vecinos del entorno. Nos acompañaba constantemente un ruido de fondo de procedencia desconocida. Pudimos ver en la falda de la sierra el taller artesano de uno de estos vecinos o la quesería donde aparte de formación y charlas didácticas elaboran todo tipo de productos derivados de la leche, comercializan cordero y cabrito criados en extensivo, ganadería y productos de calidad muy alejados de las condiciones lamentables que veíamos recientemente en un programa de televisión.

Nos desplazamos a la «zona cero», el cerro Milano. El goteo de ciclistas era incesante. Averiguamos entonces que el ruido procedía de un gran grupo electrógeno que presidía el lugar junto a una enorme cisterna que era recargada por varios tractores aunque hasta la fecha ningún cargo público me haya aclarado de dónde sale todo el agua necesaria para refrigerar esas brocas que están en constante actividad. La Estación Potabilizadora de Cáceres o las reservas de agua subterránea de la zona son dos posibilidades en este enigma sin resolver.

No podría tener «El otoño del patriarca» mejor ejemplo que lo que está ocurriendo en la ciudad de Cáceres.

Uno de los vecinos me lleva a su parcela: «Este camino antes no existía. Esto lo han abierto ellos, la empresa. En cuanto fueron a decírmelo los trabajadores que estaban sacando la corcha los expulsé de aquí. El camino sigue hasta allí, han hecho otro hacia abajo y otro de subida...» Encinas, jaras, alcornoques, madroños… cortados a ras de suelo para dejar paso a la futura maquinaria. La empresa campa a sus anchas por la zona y las autoridades violan el derecho a la información y participación pública.

Ni que decir tiene que el proyecto no cumple las condiciones técnicas que establece el Plan General Municipal de Cáceres en cuanto a la distancia mínima a núcleos urbanos y a otra actividad extractiva por lo que el proyecto estaría prohibido con la ordenación actual. Dulce Chacón, Victor Chamorro o Galeano ya nos han dado sobrados ejemplos para saber que cuando las multinacionales han mordido la posibilidad de modificar el PGM y el PIR no van soltar su presa tan fácilmente.

Nos despedimos de los vecinos con señales de ánimo para seguir en esta batalla en torno a la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres que nos ilumina como luciérnagas en la noche.

Atrás dejamos un proyecto insostenible, con falsas promesas de empleo y un terrible perjuicio sobre los 96.000 habitantes de la ciudad de Cáceres y sobre el empleo que destruye en cuanto a artesanía, ganadería, transformación de productos agroganaderos, aprovechamiento forestal, ocio y deportes de aventura. Un paraje de alto valor ambiental, social, turístico, patrimonial y económico en el que la empresa plantea un proyecto «low cost» como ellos dicen, pero de coste irreparable para Extremadura.

Tenemos precedentes recientes que han dejado zonas abandonadas al poco tiempo cuando han considerado que sus beneficios serían mayores en otro lugar del mundo.

Extremadura no puede ser el paraíso de las industrias sucias y saqueadoras en las antípodas del manido concepto de Economía Verde y Circular que predica sin sonrojarse la Junta de Extremadura.

Extremadura no es un kleenex de usar y tirar con la que cualquiera limpie sus negocios.

Extremadura es una tierra rica, que genera gran riqueza que debe quedarse en nuestra región para que los extremeños y las extremeñas podamos vivir aquí y no tengamos que emigrar.

En esta muerte anunciada con el tiempo sabremos quiénes son los gemelos Vicario, si a Cáceres le espera cien años de soledad, si Vara no tendrá quien le escriba o si la víctima será Cáceres o Sacyr, pero esta es mi crónica.

Extremadura no se vende. Extremadura se defiende.