Hay una canción del grupo Mecano que se llama Cruz de Navajas , describe el triste final de un joven apuñalado por cuestiones de rivalidad afectiva. La canción es tremenda y su final muy doloroso, como muy dolorosa es la realidad, que consecuencia de las cruces de navajas, padecemos en Extremadura.

Anoche fueron apuñalados dos jóvenes en una reyerta a la puerta de una discoteca en Plasencia, hace unos días, en Cáceres, otro joven fue apuñalado; y en Talavera la Real (Badajoz), hace escasos meses, otro joven fue agredido a punta de navaja.

Pienso que, además de la condena firme y sin paliativos de este tipo de acciones habría que hacer algo más; de no ser así convertiremos este país y esta región en un paraje de bandoleros propio de principios del siglo XIX; y cuyas consecuencias pueden ser imprevisibles. Como muestra de la gravedad de este problema, que no es puntual, nos pueden servir los datos que nos apunta la Fundación Encuentro, la cual cifra en 12.000 los adolescentes que han recibido amenazas con arma blanca al salir de clase.

La UNESCO propone, como soluciones ante esta creciente ola de violencia juvenil, abordar los factores causales de la misma que, como dice, tienen hoy un carácter estructural: la discriminación social y racial, la exclusión socioeconómica e institucional, la falta de oportunidades de trabajo, la falta de perspectivas, la desconfianza en las normas sociales y en las instituciones públicas.

Desde mi punto de vista, la quiebra de la función educativa y afectiva de la familia y la del propio sistema educativo y social es uno de los motivos fundamentales que desencadenan este serio problema que aqueja a nuestra sociedad.

Como bien expresa mi admirado filósofo José Antonio Marina "lo que no resuelva la educación tendrá que resolverlo la policía y los médicos".

Javier Caso Iglesias **

Plasencia