TUtna de las asignaturas pendientes que, gobierno tras gobierno, ha tenido en este país ha sido siempre la de acabar con la violencia de ETA, y en esa ardua tarea los ciudadanos y ciudadanas, conocedores de tan importante empresa, han depositado la confianza en quienes les representan después de un proceso democrático y transparente.

Cuando uno rebobina y vuelve la vista atrás recuerda algunas manifestaciones e intervenciones de altos cargos del principal partido de la oposición en estos momentos, en las que se tendía la mano a los terroristas e incluso se afirmaba que se actuaría con generosidad si llegase tan añorado final. Hoy, las opiniones han cambiado radicalmente y todo lo que supone un acercamiento o cierto atisbo de esperanza hacia la solución que tradicionalmente venimos reivindicando la gran mayoría de los demócratas, se tornan en desasosiegos y crispaciones, con un claro exponente partidista.

En el fondo de toda esta cuestión subyace una obsesión desmesurada de romper la estabilidad y la gestión del gobierno de Zapatero , a costa de cualquier cosa y a cualquier precio, no importa si en el juego sucio se utiliza la inocencia y el sufrimiento de las víctimas, no importa la opinión de la mayoría de la ciudadanía que confió en el PSOE para gobernar el país y lo que más indignación puede provocar: aún siguen queriendo utilizar el terrorismo como herramienta política, cuando tuvieron la desfachatez de mentirnos culpando a ETA de una barbarie que sólo quienes impulsaron una cruzada ilegítima en Irak tuvieron la responsabilidad de instigar.

No se sorprendan si en las próximas semanas les piden sus firmas para que el Gobierno impulse un referéndum sobre si hay o no hay que dialogar con el entorno de la organización terrorista. felipe.sanchez.barbaextremadura.es*Técnico en Desarrollo Rural