Sospecho que tengo bastante que ver con el lanzamiento a la política de Ana Botella, que este martes se convierte en alcaldesa de Madrid. Recuerdo una cena, hace casi 20 años, en la que participábamos tres periodistas de una cadena de televisión, Aznar, entonces ya expresidente de Castilla y León y presidente del PP, y su esposa. De sopetón, hicimos a la señora Botella la oferta de la que los tres informadores habíamos estado hablando previamente y que a mí se me había ocurrido un par de semanas atrás: que se convirtiese en comentarista de un programa informativo. Aznar dijo de inmediato no , pero ella prometió que lo pensaría. Sabíamos que teníamos como cómplice al entonces jefe de comunicación del PP, Miguel Angel Rodríguez, y que lo más probable era que la respuesta acabase siendo sí , como, de hecho, así resultó.

Sabíamos que había nacido una vocación política. Por eso, siempre estuve seguro de que Ana Botella llegaría a ocupar un lugar destacado, fuese o no por carambola, como es el caso. He sido, y soy, un crítico convencido de la actuación de Alberto Ruiz-Gallardón al frente del ayuntamiento: ha gastado demasiado dinero en faraonismos, ha dejado endeudada la ciudad hasta para nuestros nietos y se ha embarcado en obras perfectamente innecesarias, especialmente en tiempos de escaseces económicas. Cierto que es una figura dinámica y, dicen algunos, atractiva, pero el carisma no me compensa otros excesos ni otras carencias.

Confío en que, al margen de vinculaciones económicas o religiosas que se le atribuyen, Ana Botella sabrá embridar despilfarros y redimensionar muchas cosas, entre ellas el tamaño del despacho del regidor. El ejemplo que de en este sentido será muy útil cuando el gobierno del partido en el que milita la señora Botella exija sangre, sudor y lágrimas a los españoles. De eso no ha habido mucho, ciertamente, en la etapa que ahora deja atrás, y no precisamente por la puerta de delante, el flamante ministro de Justicia. Espero que Rajoy nos explique algún día el por qué de esta designación, la única que a mí me ha extrañado de todo un elenco ministerial bastante aceptable. De mi excompañera televisiva Botella y de su indudable sentido común, espero muchas cosas. Confío en no equivocarme.