Un vano intento por volver sobre lo andado para una histórica reclamación extremeña. Solamente así se pueden interpretar las palabras del arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, en su debut al frente de la concelebración eucarística con motivo de la fiesta de la natividad de la patrona de Extremadura, cuando a punto estamos de celebrar el 75 aniversario de la coronación de la Virgen de Guadalupe. Toledo sólo aceptaría la incorporación de Guadalupe a la diócesis extremeña, vino a decir Cañizares, por motivos eclesiales, pero nunca por cuestiones políticas. Olvida el arzobispo, o así lo parece, que en los últimos meses han sido voces de la propia iglesia extremeña, entre las que se encuentran el nuevo obispo de Plasencia, o por parte de la sociedad civil, como la Real Asociación de Caballeros de Guadalupe, las que al fin han reclamado el traspaso.

Y olvida también, o así lo parece de nuevo, que fue hace aproximadamente dos años cuando la propia Iglesia extremeña dio inicio al expediente para el cambio de diócesis de la basílica, que actualmente tramita la Santa Sede. Cristo no se enclaustra en localismos, dijo en su homilía Cañizares, pero la Virgen de Guadalupe, sin duda, sigue buscando cobijo en el corazón de todos los extremeños.