Cuando el monte se quema, algo suyo se quema" rezaba un antiguo lema elaborado a propósito para la prevención de incendios en los años setenta, algo así como "Hacienda somos todos", pero esa consideración que pretende identificar los espacios colectivos compartidos, con lo particular, no ha calado en nuestro subconsciente individual, donde ambos términos están perfectamente deslindados; por muy ecologista que podamos sentirnos, no nos duelen como deberían dolernos este tipo de desastres, ni hacen que nos sintamos impulsados hacia la solidaridad.

Cuando parecía que este verano estábamos ganándole la partida a los incendios, según palabras de la ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona , en cuestión de días el panorama se ha dado la vuelta, y España se nos desangra por los cuatro costados, Las campañas de prevención emitidas este año en televisión pretendían, dentro de un estilo disuasorio tradicional, hacer un llamado a la prudencia y a la responsabilidad, pero como tantas otras veces, los resultados son francamente escasos.

Estos incendios son intencionados en unos porcentajes cercanos al 80 o al 90%, esto se deduce de un estudio realizado sobre los indicios, ya que suelen iniciarse por la noche, en varios puntos diferentes, en zonas escarpadas y de fácil propagación, cercanos a lugares habitados, estos datos confirman que detrás está la mano de un incendiario, los motivos que impulsan a esta acción, obedecen a criterios diversos: a conflictos de intereses, venganzas, cuestiones urbanísticas, o pretendiendo crear cierto tipo de desestabilización, como si de un terrorismo ecologista se tratase.

XLA NEGLIGENCIAx suele ser otra de las causas que está detrás de estos sucesos, colillas que se tiran encendidas, barbacoas y hogueras campestres mal apagadas, quema imprudente de rastrojos. Aunque con menor índice de incidencia, conviene considerar también las causas fortuitas, cuando su origen se debe a fenómenos atmosféricos como rayos, accidentes de tráfico etcétera. Se habla de los pirómanos como causantes de un porcentaje importante de incendios, pero según los expertos en toda España solamente existen unas 100 personas que padecen esta enfermedad, de lo se desprende que su incidencia es menor de lo que se pensaba. Independientemente de la intención que se oculte detrás de la mano que quema, ninguno debe quedar inmune a la acción de la justicia, Según datos facilitados por SEPRONA, en lo que va de año de 2000 incendios provocados, se ha logrado detener a 60 presuntos culpables, lo que no constituye un buen precedente, para evitarlo se ha creado una Fiscalía Especial encargada de perseguir los delitos medioambientales, con actuaciones más intensas y eficaces y con leyes más severas, tratando de que ningún culpable quede sin responder a la acción de la justicia.

Estas nuevas medidas a la vez que represivas, tienen también un carácter disuasorio, paralelamente se está modificando la Ley de Montes que determina que ningún terreno quemado pueda ser utilizado para fines diferentes a los que inicialmente tenía, ni podrá ser recalificado, ni levantarse sobre ellos ningún tipo de edificación durante 30 años.

Como una gota que no cesa, cada verano van desapareciendo de nuestros montes una importante masa forestal, lo que supone cuantiosas pérdidas ecológicas, ambientales, paisajísticas y económicas, junto a las que hay que señalar la destrucción de infinidad de especies animales y un proceso incipiente de degradación del suelo que puede llevarlo a la desertización, pero a todas estas razones hay que añadir una mucho más importante: la pérdida de vidas humanas, como las producidas durante la extinción de un incendio en Guadalajara el año pasado, o las tres personas recientemente fallecidas a causa de los últimos incendios de Galicia.

Estas catástrofes forestales han sido utilizadas desde tiempo inmemorial por el partido en la oposición para lanzar dardos envenenados contra el que gobernaba, a pesar de ello, se impone la necesidad de establecer medidas para prevenir y para coordinar los trabajos de extinción de incendios, preocupándose las distintas administraciones del Estado de la limpieza de los montes, la creación y el mantenimiento de cortafuegos, la dotación de recursos materiales y humanos, promoviendo campañas que acaben con el déficit educativo que la sociedad tienen respecto a este tipo de temas.

Hay que terminar con esta pesadilla que se repite cada verano, con el desconcierto, con la imprudencia, con el caos de personas que se enfrentan a los incendios a quemarropa, sin medios, sin preparación, sin coordinación, víctimas de situaciones de auténtico pánico. Teniendo en cuenta que a pesar de todo, no existen bomberos ni medios terrestres o aéreos, capaces de detener la fuerza urgente de las llamas una vez que se desatan.

*Profesor