Son ya varias las mañanas que desayuno antes de ir a dar clase con la misma noticia referida a diferentes lugares de España: Manifestación de profesores en...

¿Estaremos ante una rebelión de los docentes y yo con estos pelos?

Primero fue en Extremadura el pasado 7 de noviembre, al día siguientes en Barcelona y poco después en Zaragoza, Montilla (Córdoba) y Lepe (Huelva), mañana...¿?

Para quien no esté muy puesto en lo que pasa desde hace ya bastantes años en los centros escolares de Primaria y sobre todo de Secundaria, esta reiteración de actos de protesta puede llevarles a interrogantes como ¿qué querrán estos ahora?, ¿no será más dinero, porque para lo que hacen?

Son lecturas simplistas, pero las hay y aunque caen por su propio peso cuando quien las hace, no tiene luego ningún rubor en reconocer que sería incapaz de aguantar los desplantes e improperios que a diario sufrimos los profesores, sirven como alimento a un cada vez mayor número de alumnos dispuestos a tensar la cuerda hasta límites insospechados en las aulas.

Quienes llevamos ya algunos años en esto de la enseñanza y hemos recorrido bastantes centros de diferentes provincias y comunidades autónomas, hemos ido viendo cómo la escolarización obligatoria hasta los 16 años, la falta de implicación de los padres y la actitud muchas veces complaciente de la Administración, ha generado en escuelas e institutos un ambiente irrespirable para unos profesores y alumnos que sólo quieren hacer bien su trabajo, que sólo piden y no es poco, la dignificación de su figura, el recuperar el nivel de autoridad mínimo y razonable que la tarea docente exige y contar con el apoyo de la sociedad y la Administración Educativa.

Algo tendremos que haber hecho muy mal cuando hemos creado un modelo educativo que hace agua cada vez por más sitios y si para intentar cambiarlo a mejor, el profesorado debe salir de las aulas a la calle y "condenar a miles de alumnos de Extremadura a perder un día de clase" como afirmó tras la huelga el craneo previlegiado que diría Valle Inclán, del presidente de la FREAPA .

Con amigos como este ¿para qué quiere uno enemigos?

Va siendo hora de que todos, padres, profesores, administración y alumnos dejemos de lanzar balones fuera e intentemos darle la vuelta a la tortilla, porque si el presente empieza a ser sombrío el futuro puede ser aterrador.

Agustín Sevilla Ortiz **

Monesterio