Podía haber dedicado esta columna a hacer más llevadera el aislamiento, con un artículo cargado de ironía y sentido del humor, que bastante sufrimiento llevamos ya. También a quejarme de las medidas adoptadas y las no adoptadas o las mal sugeridas en su día, pero para nada serviría a día de hoy. Quizá sea más tiempo de reflexionar y de ver, de valorar y aprender, del ánimo más que del desánimo, de que las lágrimas por no poder ver el sol, no te impiden ver las estrellas, como diría el Premio Nobel Rabindranath Tagore.

No creo que haya sido casualidad que la presencia de un virus altamente contagioso y que amenace a la humanidad, haya despertado en todos nosotros los más altos sentimientos de solidaridad, sacrificio, de ayuda, de compromiso, de responsabilidad, de empatía, de pertenencia a los que nos debemos y amamos. Miren el ejemplo excepcional del pueblo de Arroyo de la Luz.

Hoy más que nunca, empezamos a valorar muchas cosas que hemos olvidado durante años por cotidiano, muchos trabajos y profesiones que no hemos apreciado en su justa medida, y a muchas personas de las que hoy añoramos su contacto, su aliento, su cercanía.

Sí, hoy aplaudimos a nuestro personal sanitario, héroes donde los haya, pero ayer reconocemos a todos, desde el servicio de limpieza, al auxiliar, al celador, al técnico sanitario y al médico, a su servicio de restauración. A nuestras residencias de ancianos. A nuestros autónomos, los que siguen trabajando, arriesgando sus vidas y a los que no pueden y echamos de menos, a las personas que detrás de un mostrador o caja de gran o pequeña superficie nos atiende con su más agradable sonrisa, a los transportistas, necesarios para que tengamos cualquier producto básico en nuestros hogares. Al panadero, al carnicero, al agricultor, a nuestras fuerzas de seguridad. A nuestros docentes que en tiempo récord han tenido que modificar todas sus programaciones y actividades. A nuestros administrativos, a los trabajadores de correos, mensajería, servicio a domicilio, y a buen seguro quedarán cientos de trabajadores a los que agradecer su importante labor estos días. A los medios de comunicación. A las asociaciones y entidades de ayuda al necesitado, empezando por Cáritas. Sí, es el virus que más humanos nos ha hecho. Todos nos necesitamos y os necesitamos a todos.

Son esas otras caras del coronavirus, las que debemos recordar cuando salga el sol, mañana. De ti depende cómo brille. Nunca llueve para siempre.

*Maestro.