Cáceres se quedó sin desfile de Carnaval este año por falta de ganas, de tradición o de dinero. Hoy empieza la Cuaresma, se acerca la primavera, se alargan los días, y en este gélido invierno del calentamiento global las cosas no pintan demasiado bien. Después de negar la crisis muchas más veces que Pedro a Jesús, el genético optimista que ha demostrado ser nuestro presidente la ha reconocido bien a su pesar aunque de modo solapado y breve. Mas duró poco su estado de clarividencia y aunque los responsables económicos emplearan el lenguaje del arrepentimiento, la contención y el rigor para seducir al Financial Times y detener la hecatombe bursátil, él en el Congreso patrio con la misma calculada imprecisión que su ministro Corbacho para anticipar que puede que se esté frenando la caída de empleo le espetó a Rajoy que no estamos peor que hace seis meses, guardando celosamente el secreto de cómo había llegado a semejante conclusión. Quizá y solo quizá los 500.000 parados más generados en este tiempo discrepen de él, pero mientras no puedan demostrárselo hasta las próximas elecciones, o ellos y los otros tres millones y medio de españoles que se pasan, no los lunes sino toda la semana al sol se lancen a la calle a gritárselo a la cara, el padre de la patria no será lo suficientemente consciente --¿va a ser por ligereza y chulería como dice Pujol ?-- de cómo ha despilfarrado su crédito. Desconozco el plan de austeridad que han presentado Salgado y Campa en Europa aunque me satisface infinito su seriedad, profesionalidad y buen hacer. Pero no entiendo cómo puede entonces el PSOE votar en contra de una reducción de altos cargos y ministerios y en orden menor también se me escapa cómo es posible que siga habiendo dinero para comprar ordenadores portátiles a todos los pequeños de 1º de la ESO de Extremadura. Y la Cuaresma no ha hecho más que empezar, pero en verano sube el IVA. De nuevo las clases medias seremos los sacrificados del derroche que no cesa. Alguien tendrá que entenderlo- y detenerlo.