WEw l intento de robo de una oficina bancaria en el interior de la Base General Menacho, uno de los mayores acuartelamientos de nuestro país y sede de unidades de élite de las Fuerzas Armadas que representan a España en misiones internacionales, es un hecho preocupante por mucho que las instancias castrenses y las políticas quieran minimizar el suceso. Lo último que se pueden esperar los ciudadanos es que en el interior de un cuartel se va a cometer un intento de robo como el de la madrugada del pasado martes, con un grado de ejecución tan audaz como para que los autores, que lograron escabullirse entre las sombras y que, al menos al cierre de esta edición no habían sido descubiertos, se atrevieran a utilizar un vehículo acorazado en medio de la noche, destrozaran --debió de ser con gran estrépito-- la fachada del banco y tuvieran previsto sacar la caja en el TOA a través de una abertura en la valla del recinto, donde otro vehículo se la llevaría.

Si en el contexto de un escenario así los autores actuaron persuadidos de que conseguirían el dinero, como es lógico pensar porque nadie se expone a arruinar su futuro intentando un robo de estas características pensando que va a fracasar, entonces es que las condiciones de seguridad de la base no son las que se esperan de una instalación militar.

Se podrá alegar que, finalmente, la policía militar del cuartel les dio el alto frustró el robo. Y es verdad. Pero hasta entonces nadie pareció extrañarse de que un vehículo así circulara a las 3.30 de la madrugada. ¿Y si el objetivo, en lugar del robo, hubiese sido llevarse el TOA por la valla rota? Vamos que, echando mano del lenguaje coloquial, podría decirse que la Base Menacho parece un cuartel robado.