De momento es lo (poco) que tenemos de la tan necesaria reestructuración del sector financiero español. Cuatro proyectos de fusión (uno en Castilla y León, otro en Andalucía y dos en Cataluña), no todos definitivos. Y una intervención, la de la CCM que por lo que se filtra no pinta muy bien. Habrá, tiene que haber, más bodas. Y habrá, tiene que haber, más funerales. Y cuanto antes mejor.

En octubre, cuando hablábamos de la crisis global, de las hipotecas subprime y de depreciaciones de productos estructurados complejos, comparaba en este mismo diario los activos tóxicos con las manzanas ponzoñosas de la madrastra de Blancanieves. Decía que en el sistema americano estaba todo tan mezclado que era como tratar de separar manzanas buenas de las malas en un frasco de compota, algo imposible. En nuestra banca sólo había unas pocas manzanas con problemas que era muy fácil aislar. Por ello muchos decíamos que nuestra banca era de las más sólidas del mundo. Sucede que el tiempo ha pasado. Muchos bancos internacionales han tirado efectivamente a la basura frascos enteros de compota de manzana, han depreciado sus balances, generando agujeros que les han forzado a recapitalizarse, malvenderse, fusionarse o incluso ir a la liquidación. La lista de caídos ilustres es amplísima. En España, afortunadamente, no ha ocurrido así porque nuestra banca prácticamente no invirtió de manera directa en esos activos tanto porque el Banco de España se ratificó como uno de los reguladores más exigentes como porque mal podía invertir en el extranjero una banca que debía captar dinero en otros mercados para poder satisfacer la enorme demanda de crédito de sus clientes. Pero hay manzanas en los balances de nuestras entidades financieras que están comenzando a pudrirse. Su mal no es importado, se debe a que algunas empresas y particulares no pueden hacer frente a sus obligaciones porque la economía se ha parado en seco y poco a poco la recesión en la que nos hallamos está contagiando al mundo financiero. Ya no es que el mundo financiero contamine la realidad económica, es que esta se está llevando por delante la hasta ahora buena salud de cajas y bancos.

El corto y medio plazo es complicado. Este año estamos viendo resultados recurrentes más que aceptables porque las revisiones a la baja de los tipos no se hacen inmediatamente. Simplificando, sigue habiendo hipotecas al 5,5% y se captan depósitos al 4%. Pero la brutal caída del euríbor hará que los créditos caigan en el 2010 por debajo del 2% y no está claro que el coste del dinero para los bancos pueda ser inferior a ese valor pues la desconfianza sigue instalada en los mercados y eso hace que los precios no bajen. Así, el margen será bajo, y puede que hasta negativo en alguna entidad. Nuestro sector financiero continúa debilitándose día a día debido a la combinación del incremento de la morosidad con el decrecimiento de los márgenes. Sí, los bancos comienzan a ganar menos justo cuando más lo necesitan. No es improbable que veamos algunas entidades con pérdidas en el 2010. Hay que decir que la feria no va igual para todos. Hay entidades con morosidades ya en el 6% y otras levemente por encima del 2% y el precio medio de la cartera de créditos es también muy diferente. Sigue sin haber riesgo en el sistema, pero ya hay varias manzanas tocadas en el cesto.

La Administración ha definido cómo proceder gracias al ya famoso FROB. Además, se ha aliviado algo la tensión reconsiderando el calendario de provisiones. Perfecto. Pero no tenemos todo el tiempo del mundo. Dentro de pocos meses, la evidencia de que hay problemas serios en alguna entidad será clara.

Los gestores diligentes, que suelen ser los que menos problemas tienen, están ajustando permanentemente su base de coste. Pero aquellos para los que la fusión es la única solución deben olvidarse de personalismos y localismos. Ser presidente de una pequeña caja de ahorros tiene un valor intangible difícilmente medible y el impacto local de las obras sociales es muy importante. Pero hay que tener muy claro que respeto y notoriedad pueden tornarse en algo negativo si la entidad entra en pérdidas o, peor aún, se interviene. Y las obras sociales se alimentan del beneficio de las cajas. Si no hay beneficio, no habrá obra social y, ojo, algunas cuentan con instalaciones muy necesarias, pero cuyos costes de mantenimiento y explotación son elevados.

Prefiero, como todos, las bodas, pero si no suceden pronto hace falta que el Banco de España convoque a algún funeral más para desatascar negociaciones centradas en quién ocupa el sillón, cómo es la ecuación de canje y cómo quedo yo, en lugar de pensar en proyectos de futuro. Y no hay que olvidar que organizar las bodas no es sencillo. Por eso, una vez que se tenga claro quién se casa con quién, el trabajo de detalle es inmenso y tiene que planificarse técnica y no políticamente. Las presidencias temporales hasta la jubilación de uno de los implicados son sencillas de planificar, pero muy difíciles de ejecutar, ya que no existen las fusiones entre iguales. Una integración es un proceso traumático y, por tanto, cuanto antes pase, mejor.

Es una utopía, pero nuestro sistema financiero necesitaría tener cerrado el libro de las fusiones el 1 de enero del 2011 para encarar con fortaleza el año de la recuperación. Me temo que no será así, pero tampoco Blancanieves tenía una madrastra.