THtace 50 años el dictador Fulgencio Batista huyó de Cuba. Fidel Castro , ocupaba el poder en La Habana, reiterando el mensaje proclamado desde Sierra Maestra durante tres años de insurgencia: freno a la corrupción, democracia, justicia y dignidad nacional. Pero la realidad fue muy distinta.

Las promesas de Castro quedaron en palabrería y sus barbudos, de la mano de Guevara El Che llevaron al paredón a cientos de personas, instaurándose en la isla una larga dictadura marxista, que no puede ocultar el trágico balance de 50 años de despotismo y dos millones de exiliados.

La represión llega al punto de controlar el acceso a internet, lanzar a las turbas airadas contra quienes se atreven a manifestar opiniones distintas, o como en marzo de 2003 con la llamada Primavera Negra , cuando se detuvo a decenas de personas, entre las que había 28 periodistas independientes y 50 promotores del Proyecto Varela, coordinado por el disidente Osvaldo Payá .

El legado de estos 50 años de castrismo es el de un país en ruinas y una sociedad que sólo piensa en sobrevivir o escapar de un régimen personalista, ligado a la figura única de Fidel Castro, aunque todo tiene su fin y no parece nada probable que este tipo de régimen pueda sobrevivir a su creador.

Raúl Castro , su hermanísimo y sucesor en el trono , no parece tener el carisma ni los apoyos necesarios para sostener una férrea dictadura como la que hoy está vigente en Cuba. Si Raúl Castro no se da prisa en cambiar, será la propia situación la que lo cambie a él.

Si el mundo libre quiere encarar el futuro de Cuba, si queremos allí una sociedad viable, tal vez lo inteligente sería empezar por levantar el embargo, apostar por un crecimiento económico que les desconecte del castrismo cochambroso y al que poder engancharse definitivamente una vez Castro desaparezca. El camino se hace paso a paso y en ese caminar la elección de Obama abre una puerta a la esperanza, también en Cuba.

En esa línea se ha manifestado Osvaldo Payá, quien afirmó tras el triunfo de Obama: "El pueblo de los Estados Unidos ha votado por el cambio y los cubanos miran hacia allí con ilusión, no porque los Estados Unidos tengan que resolver los problemas de Cuba, sino porque también el pueblo de Cuba debe tener derecho a este cambio".

Mientras ese cambio no llegue a Cuba no hay nada que celebrar. Y menos después de medio siglo soportando la pesadilla de aquella promesa de cambio y libertad que nunca se cumplió.

*Diputado del PP en la

Asamblea de Extremadura.