El contundente rechazo por parte de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia (TSJEx) de la petición de la Universidad para que anulara parte del procedimiento sobre el cubo de Biblioteconomía y con ello dejar su derribo en suspenso, deja pocas posibilidades a que el futuro del edificio que alberga ahora ese centro educativo no sea otro que la piqueta.

La Universidad había pedido al tribunal que declarase que tiene derecho a ser oída. Y formalmente no le falta razón a la Uex, puesto que esta institución es la que va a sufrir las consecuencias del fallo del Tribunal Supremo, que es la de la demolición del edificio, con lo que se verá obligada a adecuar otro espacio para que los alumnos de la facultad puedan seguir sus estudios. Sin embargo, los argumentos que da el TSJEx en el auto conocido ayer son inequívocos. Tanto sobre su derecho a personarse --que lo tiene la Universidad aunque no tuviera intereses en el pleito porque en asuntos de urbanismo rige la acción pública-- como sobre la impericia con que lo ha intentado, porque el pleito está mal planteado y porque al hacerlo ahora y de forma poco motivada considera el TSJEx que lo único que pretende es poner palos en la rueda a una sentencia del Supremo.

Pocas dudas caben de que la Universidad de Extremadura ha estado mal aconsejada en este asunto --el auto supone, en el fondo y en la forma, un severo correctivo a su gabinete jurídico--, y ello porque empecinarse en seguir el camino de los tribunales, ya agotado (¿a qué instancia judicial falta por acudir?), es ir por un callejón sin salida.

Y es también y sobre todo despreciar el modo en que se debería haber encarado este asunto, que es el de la negociación con Amigos de Badajoz. Incluso con la proposición de un mediador que al menos intentara encontrar un punto de encuentro entre lo que pretende esta asociación, y lo que la ciudad no se puede permitir, que es tirar ese edificio. Nadie ha explorado ese camino. Ninguna de las instituciones que ha perdido el pleito ha querido renunciar a su papel beligerante (el intento de la Uex es el último ejemplo de ello; las concentraciones ciudadanas son parte de la misma actitud empecinada), sin caer en la cuenta de que si hay algo claro en este asunto es que la posición de Amigos de Badajoz es la posición del Estado de Derecho. Lo ha sentenciado así nada menos que el Tribunal Supremo. Luego la vía judicial está agotada y, además, insistir en ella no hace otra cosa que entorpecer un hipotético acuerdo extrajudicial.

El tiempo para cambiar de actitud se está agotando. Junta y Ayuntamiento no han hecho el esfuerzo que la importancia de este caso requiere presentando alternativas, propuestas, ideas ante Amigos de Badajoz para que finalmente se salve el cubo. Y si no se salva que no sea porque a esta asociación no se le han dado suficientes oportunidades de que viera que merecía la pena el sacrificio de la alcazaba para salvar la ciudad.