Alrededor de 250 estudiantes de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación se manifestaron el martes en Badajoz para dejar pública constancia de su posición contraria a que se derriben los edificios, entre ellos el famoso ´cubo´, que el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx) considera que fueron construidos utilizando una licencia de obras ilegal. En la manifestación estuvo presente el decano del centro, además de otros miembros de la comunidad educativa.

La protesta es legítima, pero no por ello deja de ser desafortunada. Es lógico que los estudiantes no quieran que se traslade su centro, ni que de resultas de este asunto terminen perjudicados. Pero yerran en la diana. Olvidan que su posición contraria a la asociación Amigos de Badajoz, tildándola de ´enemigos de Badajoz´ por pedir el derribo del ´cubo´, no es ya un desacuerdo con un colectivo, sino un desacuerdo con una sentencia judicial, sobre la que no cabe otra cosa que respetarla.

No resulta muy edificante ni se compadece con el espíritu universitario que el máximo representante del centro, que es el decano, participe en una protesta que pide que las sentencias no se cumplan si no nos convienen. No es ese tipo de mensajes el que las familias esperan que sus hijos reciban cuando los mandan a la Universidad.

El asunto de Biblioteconomía es complejo. Requiere mucho sentido común y mucha capacidad de persuasión de todas las partes para que el mal sea el menor posible. Manifestaciones como la habida en Badajoz van en la dirección contraria: con invectivas contra los que tienen en su mano una sentencia favorable solo se consigue llegar a ninguna parte.