WCw ada vez que el régimen sirio dice mostrarse dispuesto a hacer alguna concesión a las peticiones de los manifestantes o a la presión exterior, acto seguido desencadena una oleada de represión, más brutal si cabe. El lunes pasado dijo aceptar la presencia de observadores de la Liga Arabe, que deben asegurarse de que las autoridades cumplen con los requisitos establecidos en el plan de pacificación aceptado en su día por Bashar el Asad. Los primeros monitores internacionales llegan entre ayer y hoy a Siria. En el ínterin la violencia del régimen se ha cobrado al menos 200 muertos que se suman a las 5.000 habidos desde el inicio de las protestas.

Entre las víctimas de los últimos incidentes se cuentan varios soldados del Ejército sirio, así como desertores que se habían sumado a la oposición. No es la primera vez que oficiales y soldados abandonan las filas de las fuerzas represoras. Según algunos cálculos, son 15.000 los desertores. La extensión de este fenómeno indica que el conflicto se está militarizando, lo que permite hablar prácticamente de guerra civil. Si hubo alguna posibilidad de reformar el régimen, ahora ya ni se plantea. Con su política de una de cal y dos de arena, El Asad parece querer comprar tiempo, pero este ya no corre de su parte. Corresponde ahora a la oposición ser capaz de preparar una estrategia eficaz para que el régimen no saque ventaja de la división.