Contextualicemos. Unas familias de la escuela Tàber de Barcelona han decidido retirar de la biblioteca infantil unos 200 cuentos por considerarlos «tóxicos» por su alto contenido sexista. En definitiva, hay que retirar los cuentos porque el salvador es un hombre. Algún o alguna erudito o erudita ha descubierto que los cuentos son machistas, aquellos que los hermanos Grimm o Andersen escribieron en su día, principalmente, y algunos otros que inconcientes de su maldad atribuyeron al hombre como macho dominante, sin saber que una mujer también puede ser macho dominante, o hembra dominante, o dominante, al fin y al cabo.

El problema de tanta ignorancia supina es que, tanto los cuentos, como la historia, la real, y las leyendas, están llenos y llenas, de héroes pero también de heroínas. Quizás alguno o alguna, solo han visualizado los cuentos de Disney.

En Caperucita Roja, se trata el tema de la pubertad de la mujer, no del hombre, por eso su caperuza es roja, y con el cuento se pretende enseñar a esta que debe discernir entre aquellos que pretenden ser lobos o cazadores de lobos, ante su incipiente pubertad, y sólo el conocimiento de sus errores la hará salir del dilema, y por eso, Caperucita llena el estómago de piedras al lobo y así ella resurge del mismo porque ha aprendido de sus errores. El cuento no es el de Disney; lea usted el cuento. La enseñanza es que solo se aprende de los propios errores, y en este caso, el cuento no era precisamente dedicado al hombre, era a la mujer.

El otro cuento vetado, La bella durmiente, también tiene su significado y no es masculino. Habla del tiempo necesario para que despierte la sexualidad responsable entre la menstruación, (la primera sangre en metáfora por el pinchazo de la rueca) y la serenidad y consciencia que se debe tener del hecho en sí para obrar con responsabilidad y deseo, cien años metafóricos.

En el cuento, el príncipe no luchó contra nada, pues ya habían pasado los cien años y no halló resistencia alguna. Ella ya sabía lo que quería, hombre o mujer, pero el cuento habla del tiempo y de ella, no de hombres, pero era lo que había.

Sí, coincido en una cosa, «el otro», o «el lobo» o «el cazador» antaño, solo podían ser hombres, hoy por hoy, lobos, lobas, cazadores y cazadoras pueden ser cualquiera, pero los cuentos, cuentos son, igual que la historia, historia es, como las leyendas, que leyendas son, pero nuestra misión no es vetarlas, como hicieron dictadores o absolutistas, es saber explicarlas, señores y señoras ilustres, es comprenderlas en su contexto y darle sentido, con la mirada crítica que la retrospectiva nos otorga.

Debemos empezar a preocuparnos cuando se nos prohibe leer libros, o cuentos, y cuando eso sucede, que ya sucedió, es cuando deberíamos empezar o volver a leerlos.