A día de hoy, aunque todo puede cambiar con la rapidez con que mi hija y yo nos despachamos un sushi después de un día cultureta, tras el comité federal del PSOE algunas cosas parecen más claras que ayer, comprobada la voluntad cambiante de Sánchez salvo en su odio al PP o su desesperada ansia monclovita.

Pese a que le tire los tejos a Albert , Pedro se pirra por Pablo , y si todavía no le copia el peinado y la ropa de Alcampo, todo llegará. Por lo pronto, pretende convertir su histórica formación en una cosa asamblearia, sistema que, como han demostrado los anti ídem de Gabriel , es de los más fluido, dicho en el más sarcástico de los sentidos. Así que, prescindiendo de los estatutos del partido, propone someter sus deseos a los deseos de sus bases, que no de sus votantes, y ganarles la partida a barones y baronesas a base de círculos.

El camino es de lo más sencillo. Para entenderlo, las matemáticas no ayudan. Pues intentará alcanzar el poder como sea, o sea, pactando con Podemos y con IU y ya van 162, uno menos de lo que suman su aborrecido PP y su amado Ciudadanos. Pero sí la gramática. Y no la parda, sino la latina. Vean: Ciudadanos nunca va a apoyar algo en lo que vayan los populistas, y el PSOE dice que "ni por activa ni por pasiva" aceptará ayuda de los independentistas. Como a la fuerza les necesitan, y no sólo la abstención de los catalanes sino el apoyo explícito del PNV, que ya exige su pedacito de derecho a decidir, explíquenme ustedes, si lo saben, cómo "conjugará" todo eso. Una vez lograda la "conjugación", si la logra, tras la "declinación" de Rajoy , la somete a referéndum entre los afiliados socialistas. ¿Y si hay empate? Eso ni se declina ni se conjuga.

Llámenme pesimista, pero por mucho que farde el candidato de su inglés o nos conmine a sus followers en Twitter con ese espantoso: "Ser felices", no le veo yo los atributos necesarios para ser el presidente que necesita nuestra castigada España. Y no me tachen de superficial. Es que estoy conjurando mi angustia con bromitas que me ayuden a enfrentarme a la adversidad.