Voy a explicar el título antes para que nadie me malinterprete. Uno de los diálogos más conocidos entre las películas de Woody Allen, concretamente Annie Hall, fue el siguiente: “Y recordé aquel viejo chiste. Aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice: Doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina. Y el doctor responde: ¿Pues por qué no lo mete en un manicomio? y el tipo le dice: Lo haría, pero necesito los huevos”.

Algo así es lo que está ocurriendo con la vuelta a las aulas. El sentido común nos advierte que tal y como está planteada, con una supuesta normalidad en los primeros cursos, la vuelta será más insegura que segura, pero necesidad obliga. Nuestro sistema productivo, nuestra jornada laboral, nuestra sociedad, no están preparados para que los alumnos se queden en casa, por lo que aunque muchos consideremos abrir en estas condiciones y situación los centros educativos, incluso padres y madres, es preferible creerse gallina mientras podamos seguir manteniendo los huevos. Hasta aquí lo puedo comprender aunque no lo comparta, la necesidad de huevos, otra cosa es la necesidad de ser gallina.

Y es que queremos gallinas gordas, a propósito, que pesen poco, y eso es imposible. Las distintas consejerías en su mayoría están desviando sus responsabilidades sanitarias a los equipos directivos de los centros. Hombre, no me sean gallinas, a estas alturas la necesidad de un profesional sanitario en los centros educativos debiera ser una obligación, la famosa figura de el/la enfermero/a escolar, derivar esas competencias a quien no tiene ni conocimientos ni capacidad es una temeridad y una locura, pero queremos comprar sin invertir.

Que nuestros alumnos reciban las clases con normalidad y sin contagio, pero impongo medidas algunas absurdas por imposibles de cumplir en un aula o incoherentes, a veces contrarias, a lo que se le exige a la población civil. Oiga, o enseño, especialmente en infantil y primaria, o protejo y desinfecto y vuelvo a proteger y desinfectar, pero todo a la vez como que no. Si en un aula no pueden entrar más de diez alumnos, pues contrate más profesores, los necesarios, pero para diez alumnos, que antes está la salud que la salubridad de las cuentas. Si hay que rebajar el currículo, acortar horario, habilitar espacios, ceder instalaciones a la red pública, etcétera hágase, mejor dicho a estas alturas, haberlo hecho, porque no buscar soluciones salvo la táctica del avestruz, meter la cabeza bajo tierra y esperar a que pase el peligro, sí que es vivir en una “burbuja”, y no la que nos quieren imponer en las aulas, no para evitar el contagio, para que el resto de las burbujas en caso de alguno, puedan seguir produciendo huevos.

Es que, manda órquidos.