Tras denunciar la desaparición de Fraga y otras penurias que afloran del desastre del Prestige, y antes de polemizar sobre la OTAN que Bush impulsa en Praga, Casa Gabilondo (SER) analizó ayer la primera condena parlamentaria del franquismo, aprobada unánimemente a los 27 años de la muerte del dictador.

"¡Qué diferencia entre la victoria y la paz!", planteó Gabilondo. Nicolás Sartorius aplaudió que la derecha diera al fin un paso "importante, porque aquí se había perdido la memoria --hubo amnistía, pero también amnesia-- y había que condenar la bestialidad que rompió la legalidad democrática". Antón Losada recordó al Unamuno del venceréis pero no convenceréis: "Hemos tardado 70 años en convencer, pero hoy es un día mejor que ayer" para las familias de republicanos. "Sí, pero sin retórica", advirtió Sartorius. Gabilondo agregó: "Además de perderse la memoria, se estaba reescribiendo la historia". Juan Tapia lamentó que no se hubiera hecho antes, consideró que la transición requirió de desmemoria, "pero ésta tenía un límite que se había sobrepasado", e inquirió: "¿Cómo se puede construir un país sin conocer su historia?" Sartorius respondió: "Es cuestión de salud democrática; no se puede crear conciencia democrática sin condenar la dictadura y el totalitarismo. El otro día vi una encuesta a jóvenes españoles sobre la democracia y el resultado no era muy bueno: un 35% apostaba por la democracia, pero el resto considera más importante el orden y la eficacia". "Era necesario --concluyó Gabilondo-- hacer, sin rencor, el duelo que había sido negado".